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Curiosidades sobre la boda de la reina Isabel II y Felipe de Edimburgo

Un nuevo récord en la vida de la reina Isabel II y Felipe de Edimburgo: 70 años de matrimonio

Un día como este lunes 20 de noviembre, la reina Isabel II y Felipe de Edimburgo pronunciaron un emotivo "sí, quiero" en la que ha sido la boda más numerosa de la realeza mundial, con 2.000 invitados.

Aquí algunos detalles curiosos de la inolvidable boda celebrada en 1947:

El vestido de novia

Inspirado en la obra “La Primavera” de Sandro Botticelli, Norman Harnell fue el creador de este histórico vestido.

Este hermoso traje de novia se confeccionó en satín color marfil con hilo de plata y decorado con finos cristales, así como con10 mil perlas blancas importadas de América. También se usó tul para darle vuelo. La cola era de cuatro metros y medio de largo y en ella figuran varias estrellas parecidas al cuadro de Botticelli, ícono de la renovación.

El ramo

La Worshipful Company de los jardineros ingleses obsequio las flores para la elaboración del ramo que fue creado por el St. Florist MH Longmans. Este hermoso accesorio nupcial estuvo compuesto por orquídeas blancas y una rama de mirto extraído de los jardines de la reina Victoria y depositado al día siguiente del enlace en la tumba del Soldado Desconocido de la Abadía de Westminster.

Algo viejo - la tiara

Una anécdota curiosa que se vivió el día de la boda, poco antes de salir hacia la Abadía para casarse, es que la tiara Fringe (1830) de Isabel II se rompió, por lo que el joyero real tuvo que repararla en cuestión de minutos para que el desafortunado incidente quedara sólo en una anécdota.

Esta tiara perteneció a la reina Mary y también se puede usar como collar. Es la tiara preferida de la reina Isabel II porque no sólo ella contrajo matrimonio con ésta, sino que también su hija Ana la usó el día de su boda en 1973. La hermosa pieza está compuesta por 60 barras verticales de diamantes y 30 en forma de berbiquí. Sin duda es una joya de gran valor histórico y sentimental.

El pastel de bodas

La boda de la reina Isabel II y Felipe de Edimburgo se llevó a cabo sólo dos años, dos meses y 18 días después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Así que aunque fue un enlace real anunciado por todo lo alto, lo cierto es que la austeridad fue el hilo conductor de aquel día.

De hecho la entonces princesa Isabel de Inglaterra tuvo que juntar los cupones que otorgaba el gobierno para la asignación gubernamental de recursos limitados y bienes de consumo básico, y así poder comprar todo lo necesario para su boda.

Un dato curioso y que habla mucho del cariño que tiene desde siempre el pueblo inglés por su Familia Real, es que pese a que muchos ciudadanos vivían con gran austeridad, cientos de ellos enviaron por correo a Buckingham uno o dos cupones que les sobraban para que Isabel no tuviera ningún problema en conseguir los productos que necesitaba. Sin embargo la entonces princesa Isabel no pudo aceptar tan amable “regalo de bodas” de sus súbditos y regresó por correo estos cupones. En cambio el gobierno al ver esto, le permitió un gasto adicional de 200 libras.

La famosa confitería inglesa Berkshire fue la encargada de hornear el pastel de bodas. Tardaron un mes en su creación, comenzando la elaboración de la masa desde finales de septiembre para que el primero de octubre de aquel 1947 ya dos panaderos horneaban un piso de la tarta nupcial. Hacia el 7 de noviembre un repostero de la firma Lyons of Cabdy Hall decoraba artesanalmente uno de los paneles de satín blanco y azul (el color de la realeza).

Al final el impresionante pastel de bodas pesó 200 kilos y fue cortado por los novios con una espada del novio, Felipe de Edimburgo.

La pastelería Berkshire elaboró una réplica del pastel para colocarlo en la vitrina de su tienda y así el público lo pudiera admirar.

La mesa de regalos de boda

Se contaron dos mil 500 regalos de todas partes del mundo. Todos, de alguna u otra forma querían festejar a Isabel y Felipe y enviaron diversos regalos de boda a Buckingham.

Los presentes fueron exhibidos al público en el Palacio de St. James y se cobraba el boleto por una cantidad simbólica; los fondos recaudados iban a parar a las familias más necesitadas.

Entre las decenas de artículos de plata y cristalería, hay varios presentes muy originales como:

Un juego de porcelana del presidente de China, Chiang Kai-Shek.

Una máquina Singer.

Un caballo, por el gran gusto de la princesa Isabel por estos animales.

500 latas de piña

131 pares de mediias nylon (un producto muy cotizado en la posguerra)

Un juego de botes para guardar chocolates del papa Pío XII.

Pero sin duda el regalo más polémico fue el de Mahatma Gandhi que cortó un pedazo de tela de su propia vestimenta con las inscripción “Viva la india” y aunque fue muy mal recibido por la corte inglesa, él explicó que al no tener posesiones quería darle algo a la princesa. Sin duda ahora ese pedazo de tela es invaluable.

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