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Japoneses rinden tributo a Shinzo Abe, un año después de su asesinato

El que fuera primer ministro japonés más duradero en el cargo (2012-2020) falleció el 8 de julio del año pasado tras ser tiroteado durante un acto electoral

Shinzo Abe

La gente mira las imágenes del ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, antes de ofrecer una oración en el templo Zojoji en Tokio el sábado 8 de julio de 2023. Shuji Kajiyama

Japón recordó hoy la figura de Shinzo Abe, uno de sus líderes contemporáneos más influyentes, cuando se cumple un año de su asesinato durante un mitin, un incidente que conmocionó al país y puso el foco en el credo conocido como "Secta Moon" por ser el motivo del presunto magnicida, a la espera de ser juzgado.

Cientos de japoneses acudieron a rendir tributo a Abe en los aledaños del templo budista de Zojoji mientras dentro del mismo se celebraba este sábado una ceremonia privada en su recuerdo, a la que asistieron el actual primer ministro nipón, Fumio Kishida, familiares y allegados del antiguo mandatario y otras personalidades de la política y de diversos ámbitos.

El que fuera primer ministro japonés más duradero en el cargo (2012-2020) falleció el 8 de julio del año pasado tras ser tiroteado durante un acto electoral en plena calle en la ciudad de Nara, por un hombre que empleó un arma casera y que dijo guardar rencor a Abe por sus supuestos vínculos con la Iglesia de la Unificación.

OFRENDAS MULTITUDINARIAS

Al igual que sucedió tras su muerte hace un año, cuando millares de nipones acudieron a presentar ofrendas florales en recuerdo al fallecido político en el mismo céntrico templo budista tokiota mientras se celebraba un servicio privado en su interior, este sábado numerosas personas acudieron a homenajearle.

Largas colas de ciudadanos aguardaban junto al templo de Zojoji, rodeado por un amplio dispositivo policial, desde antes de que se abriera a las 13.00 hora local (4.00 GMT) el acceso para depositar ofrendas florales frente a varios retratos de Abe.

El de hoy es el tercer acto dedicado en su recuerdo, tras el servicio oficiado en este mismo templo hace un año y el funeral de Estado del pasado 22 de septiembre en el pabellón tokiota Budokan. Los dos anteriores contaron también con la asistencia de dignatarios extranjeros.

“Nosotras no pudimos asistir al funeral de Estado, así que decidimos venir hoy sobre todo para presentarle nuestro agradecimiento a su labor”, dijo a EFE Nami Watanabe, una mujer de 48 años.

“Al ver las fotos suyas aquí hoy, un año después de su muerte, he vuelto a sentir una profunda tristeza”, señala Mika Hanakoshi, de 40 años.

“Él era un verdadero líder para Japón, que tenía sus ideas propias y siempre buscaba cómo hacer un país mejor”, dice Watanabe. "Su lema político era hacer de Japón un país bello, y él trabajó para lograr eso en el sentido más estricto", añade Hanakoshi.

Abe “era un político que siempre miraba hacia el futuro, con una visión muy amplia de la historia y de la nación. Dejó muchos logros políticos, y también tareas pendientes que es nuestra responsabilidad asumir”, dijo por su parte Yoshihide Suga, quien sucedió a Abe como primer ministro y precedió al actual líder del Ejecutivo, en declaraciones a la cadena estatal NHK.

Además del acto en Tokio, numerosos ciudadanos acudieron también este sábado a rendir homenaje a Abe junto a la estación de Nara (oeste de Japón), cerca del punto exacto donde se encontraba el político dando un discurso de campaña antes de ser abatido.

UN LEGADO CONTROVERTIDO

La duración en el cargo de Abe y la mayor proyección exterior de Japón bajo sus sucesivos mandatos lo convierten en uno de los líderes nipones más relevantes de las últimas décadas, aunque su perfil conservador y varios escándalos y políticas controvertidas le generaron también muchos detractores a nivel doméstico.

A esto se sumó el foco que su magnicidio puso sobre la Iglesia de la Unificación. El detenido por su asesinato, Tetsuya Yamagami, de 42 años, se encuentra a la espera de juicio y dijo que atacó a Abe por el rencor que le guardaba al credo, al que acusa de llevar a su familia a la bancarrota a través de donaciones.

A raíz del suceso salieron a la luz los extensos y profundos lazos entre esta organización considerada por algunos expertos como una secta y el partido gobernante que lidera en estos momentos Kishida, lo que obligó al primer ministro a llevar a cabo una “limpia” de su formación tras ver como sus índices de respaldo público caían en picado.

También causó una gran polémica en el país la decisión del Ejecutivo de celebrar un funeral de Estado para Abe meses después de la ceremonia budista privada.

El evento de carácter estatal costó 1.200 millones de yenes (unos 7,7 millones de euros) y fue el segundo funeral de Estado celebrado en el Japón de posguerra en honor a un ex primer ministro tras el dedicado a Shigeru Yoshida en 1967.