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Fiscalía no recula y deja al exjefe de campaña de Trump en manos del jurado

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Javier Bocanegra/EFEAlexandria (EE.UU.)

El equipo de abogados del fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller, no cambió un ápice su visión de los hechos y mantuvo los cargos por fraude presentados contra Paul Manafort, el exjefe de campaña del presidente de EE.UU., Donald Trump, dejándolo ahora en manos del veredicto del jurado.

Los letrados que representan al Gobierno insistieron hoy durante las conclusiones del juicio en el mismo discurso sobre la figura de Manafort que han mantenido hasta ahora, y reiteraron que el exasesor de Trump debe ser considerado culpable de 18 cargos de fraude, que podrían implicar que pase el resto de su vida en prisión.

La fiscalía reiteró sus referencias al elevado nivel de vida que llevaba el multimillonario asesor, utilizando como ejemplo sus lujosas propiedades en Nueva York: "No es un crimen ser rico. Es un crimen proveer datos falsos al banco y tener ingresos no fiscalizados", aseguró un abogado del equipo de Mueller.

La fiscalía recordó al jurado que Manafort había escondido 60 millones de dólares obtenidos con su trabajo para políticos extranjeros en más de 30 cuentas ocultas fuera de EE.UU. y ridiculizó los argumentos de la defensa de que no había sido Manafort quien firmó esos ingresos.

"¿Tiene sentido que alguien ajeno te meta 60 millones de dólares en tus cuentas y que tú te gastes 15 de esos millones para tus gastos? Si es así, ¡Todos deberíamos tener su suerte!", incidió la acusación.

Manafort fue retratado por parte de la fiscalía como un multimillonario, que controlaba sus negocios y finanzas, con gustos costosos, que le llevaron a falsificar datos para pagar menos impuestos y pedir créditos cuando no podía acceder a sus millones en el extranjero.

Diametralmente opuesta fue la definición que hizo de Manafort su defensa, que cuestionó las pruebas presentadas contra él y lo dibujó como un exitoso y reputado asesor internacional que encomendó sus decisiones a sus asistentes, especialmente a su mano derecha, Rick Gates.

Gates se ha convertido en una pieza central del juicio después de que traicionara a su mentor al declararse culpable y testificara en su contra, lo que hizo que fuera atacado duramente por la defensa, que incluso empleó una relación extramatrimonial para desprestigiarle.

Tras el fin de las conclusiones, los miembros del jurado deberán realizar las deliberaciones conforme a lo escuchado durante las dos semanas y media de juicio y dar un veredicto: culpable o no culpable.

Entonces, será el turno del magistrado de la corte Thomas Ellis, quien deberá confirmar o rechazar el posicionamiento del jurado y fijar una fecha en la que emitir una sentencia condenatoria, en caso de haberla.

Los últimos movimientos de la defensa de Manafort de no llamar a ningún testigo al estrado, ni siquiera al propio acusado, han levantado las sospechas sobre una posible voluntad de colaborar con las autoridades en la investigación de la trama rusa para buscar una reducción de la probable condena.

Manafort fue enviado a la cárcel el 15 de junio tras haber intentado influir en las declaraciones de al menos dos testigos, lo que colmó la paciencia de la jueza de su otro juicio pendiente, quien le mantenía el arresto domiciliario desde octubre, cuando se entregó al FBI.

Manafort encara un segundo proceso judicial en el marco de la trama rusa, en el que también se ha declarado no culpable y que se iniciará el 17 de septiembre en Washington, dos meses antes de las elecciones legislativas.

Mueller investiga desde mayo de 2017, de manera independiente al Gobierno, los posibles lazos entre miembros de la campaña de Trump y Rusia, a la que las agencias de Inteligencia de EE.UU. acusan de interferir en los comicios presidenciales de 2016.

Manafort supuestamente trabajó entre 2006 y 2017 para Gobiernos extranjeros, incluido el Ejecutivo prorruso del expresidente ucraniano Víktor Yanukóvich (2010-2014), y para oligarcas rusos, a los que ayudó a mejorar su imagen en Washington sin comunicárselo a las autoridades de EE.UU., lo que constituye un crimen.

El proceso contra él es producto de la investigación de Mueller, pero no está relacionada directamente con las actividades que desempeñó entre marzo y agosto de 2016 en la campaña del mandatario, donde llegó a ser el jefe hasta que se vio obligado a dimitir por ocultar el cobro de 12,7 millones procedentes de Yanukóvich.

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