ANTIGUA Y BARBUDA

Cómo renacer tras el huracán que barrió toda una isla

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Belén Delgado/EFEMontego Bay (Jamaica)

"Hoy tienes todo. Ocho horas después, nada". Con ese escenario se encontraron los habitantes de la diminuta isla de Barbuda hace unos meses tras el paso de un huracán que ha obligado a iniciar la reconstrucción de lo más básico.

El secretario de Agricultura de Antigua y Barbuda, Colin O'Keiffe, recuerda así ese momento de "desamparo" cuando en septiembre pasado el ciclón Irma, de categoría 5, arrasó toda la isla caribeña.

Entonces tuvieron que evacuar a unas 1.400 personas y darles cobijo en la vecina Antigua, lo que dejó despoblada Barbuda por primera vez en tres siglos.

Aunque ya "un porcentaje razonable" de personas ha regresado, las necesidades siguen siendo imperiosas, dijo a Efe O'Keiffe tras participar esta semana en Jamaica en la Conferencia regional de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

"El agua y la electricidad han vuelto a la isla. No todas las casas se han reparado. Las principales escuelas han reabierto y estamos apoyando a algunas personas que han regresado al trabajo", destacó.

O'Keiffe afirmó que están centrándose en la reconstrucción de una forma "más resiliente al cambio climático" ayudando, entre otros, a los ganaderos a volver a poner algo tan elemental como vallas y corrales. Incluso están pensando en levantar una nueva ciudad.

En Dominica, otra de las islas que conforman las Antillas Menores, el huracán María tampoco tuvo piedad hace casi seis meses y segó la vida de decenas de personas.

Su ministro de Agricultura y Pesca, Johnson Drigo, recalcó en la conferencia que, a pesar de estar "familiarizados" con esos fenómenos, tuvieron que sustituir la producción propia de alimentos por importaciones después de que la tormenta "se lo llevara todo" en una noche.

"La reconstrucción va a costar mucho dinero", según el ministro, para quien hace falta reducir la vulnerabilidad mediante tecnología, infraestructuras y planes de gestión de agua y reforestación.

¿Pero cómo sobreponerse a un huracán de la máxima categoría en esas pequeñas islas, de recursos tan limitados? La coordinadora subregional de la FAO en el Caribe, Lystra Fletcher-Paul, cree que debe reforzarse la coordinación en el terreno.

Aunque esas tareas dependen de la Agencia de gestión de emergencias de desastres del Caribe (CDEMA), el papel reservado a las autoridades locales se resiente ante tales desgracias.

Lo mismo pasa con la información. "Si al cuantificar las pérdidas los datos están en los ordenadores del ministerio y el edificio está destruido y sin electricidad, no puedes acceder a ellos ni hacer la evaluación a tiempo", indicó Fletcher-Paul.

En Dominica, tras el huracán, algunas comunidades quedaron, además, completamente aisladas.

"Tenemos que asegurarnos de que el responsable de cada zona rural tiene cosas simples como un teléfono satélite para coordinar labores como la reapertura de carreteras", indicó.

Ante la "nueva normalidad" que representan los huracanes de categoría 5, consideró "esencial" prepararse con los sistemas de alerta temprana y con las comunidades para que sean ellas las que "puedan sobrevivir hasta que lleguen los refuerzos", tal como han aprendido, por ejemplo, en Cuba.

Carlos Fuller, del Centro de Cambio Climático de la Comunidad del Caribe (CCCCC), asegura que la necesidad más elemental de esas personas en las zonas rurales es el acceso a la financiación.

Asimismo, los gobiernos "necesitan dar información básica sobre el mapa de vulnerabilidad y reducir la exposición a los riesgos de la población", según el experto.

Prácticas avanzadas de riego e invernaderos, gestión de costas, energías renovables y mejores infraestructuras son igualmente recomendables en agricultura.

La especialista del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) Elizabeth Johnson comenta que todas las islas caribeñas han solicitado ayuda en cuestión de seguros agrícolas.

"Antes muchos programas daban una compensación cuando la velocidad del viento llegaba a 100 kilómetros por hora, pero a menudo los agricultores pierden su cosecha con vientos de menor intensidad", por lo que se necesita una mayor adaptación a sus necesidades, afirmó.

En 2017, la intensa temporada de huracanes en el océano Atlántico dejó hasta 17 tormentas, incluidos diez ciclones consecutivos, causando pérdidas estimadas de unos 280.000 millones de dólares en la región.