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La carne de tigre en los menús delata matanza ilegal

En el complejo Kings Romans en Laos, los tigres viven en jaulas y las meseras sirven carne de tigre.

En el complejo Kings Romans en Laos, los tigres viven en jaulas y las meseras sirven carne de tigre.

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Rachel NuwerProvincia de Bokeo, Laos

El tigre andaba de un lado a otro en su jaula, gimiendo tristemente. Un segundo felino de gran tamaño dormía profundamente en el rincón, mientras un tercero miraba fijamente las barras.

Junto a esta jaula estaba otra que contenía tres tigres más, y después de ésa tres jaulas más: una hilera de pequeñas jaulas, cada una con al menos un felino.

Lo más probable es que a ninguno le quedara mucho tiempo de vida Los tigres eran propiedad del Kings Romans Group, con sede en Hong Kong, que maneja un casino aquí, junto con hoteles, un campo de tiro, una arena para pelea de gallos y corridas de toros, un centro comercial con temática de Barrio Chino, y este destartalado zoológico, en la llamada Zona Económica Especial del Triángulo Dorado.

Los conservacionistas sostienen que este zoológico es, de hecho, una granja que cría animales para sacrificarlos, y que ayuda a perpetuar el comercio ilegal de fauna silvestre, al intercambiar tigres con lugares similares en Tailandia y matar ilegalmente a los animales para obtener sus huesos, carnes y partes.

Las granjas, en todo el Sureste de Asia, son parte de una industria cuya rentabilidad, según algunos cálculos, es superada sólo por el comercio mundial de drogas y armas, y por el tráfico de humanos.

Los restaurantes en Kings Romans ofrecen platillos de garras de oso, pangolín en peligro de extinción y carne de tigre sofrita, que puede ser acompañada con vino de tigre.

“El lugar simplemente es un desorden”, dijo Debbie Banks, de la Agencia de Investigación Ambiental, sin fines de lucro, en Londres. “Prácticamente todo vale”.

En 2015, Banks y sus colegas, junto con el grupo sin fines de lucro Educación para la Naturaleza-Vietnam, denunciaron que comidas, medicinas y joyas elaboradas con especies protegidas —incluyendo tigres, leopardos, rinocerontes, osos y elefantes— eran vendidas abiertamente en la zona económica. Esto impulsó al gobierno laosiano a hacer redadas en algunos negocios y quemar pieles de tigre en televisión. Pero Banks dijo que poco había cambiado desde ese “esfuerzo cosmético”.

Unos 700 tigres viven en granjas en Laos. Se cree que unos miles más quedan en todo el Sureste de Asia, y entre 5.000 y 6.000 están albergados en más de 200 centros de crianza en China. Menos de 4.000 felinos permanecen en libertad.

Una fuente que trabaja estrechamente con el gobierno dijo que algunos políticos laosianos estaban involucrados con las granjas y que el Departamento Forestal del país carecía de autoridad para cerrarlas.

De acuerdo con la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas, “Cites” por su sigla en inglés, un tratado del que China y todas las naciones del sureste asiático son signatarios, los tigres deben ser criados sólo para su conservación.

En Laos y varios países asiáticos más, los conservacionistas han reunido amplias evidencias de que muchos zoológicos y granjas sirven como pantalla para la crianza comercial.

En 2016, monjes del Templo del Tigre en Tailandia fueron acusados de abusar de tigres y venderlos en el comercio ilegal de fauna silvestre. Con el tiempo, 40 cachorros muertos fueron descubiertos en un congelador, junto con pieles y otros productos. Representantes del Templo dijeron que los cuerpos y partes no eran prueba de algún delito.

Los conservacionistas también han acusado a granjas de tigres en China de actividad ilegal.

Algunos, incluyendo funcionarios del gobierno, creen que tales instalaciones deberían ser legales, argumentando que mitigan los motivos para cazar animales salvajes.

Scott Roberton, director del programa contra el tráfico de fauna silvestre en la Sociedad de Conservación de Fauna Silvestre de Asia, dijo que los riesgos asociados con la legalización del comercio de especies amenazadas son los mismos que aquellos asociados con el comercio de marfil.

“El comercio legal estimula la demanda, confunde los esfuerzos de imposición de la ley y abre una enorme oportunidad para el lavado de productos ilegales, razón por la que los mercados de marfil ahora están siendo cerrados en todo el mundo”, señaló.

“Lavar” animales como si fueran de granja cuando en realidad fueron atrapados en estado silvestre es una práctica frecuente.

Los conservacionistas creen que la presión internacional podría ser crucial para persuadir a los gobiernos asiáticos de que cierren las granjas de tigres, osos y demás fauna silvestre, pero la efectividad de esa estrategia se ve comprometida por un dato incómodo: se estima que unos 5.000 tigres son mantenidos, predominantemente como mascotas, en patios traseros, zoológicos infantiles e incluso en paradas de descanso de camiones en todo Estados Unidos.

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