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El plástico, “bonito”, barato, pero muy contaminante

El plástico está presente en lo más cotidiano. Vasos, botellas, cepillos de dientes, envases de alimentos, etc. Los científicos han encontrado plástico en el aire, el agua, la sal, la cerveza y el pescado; “islas” de plásticos flotan en los océanos, algunas tan grandes como la superficie de Groenlandia, y aunque la lucha contra la acumulación de este material es uno de los grandes desafíos medioambientales por su alto poder contaminante, el plástico sigue siendo un material resistente, atractivo y, sobre todo, barato.

Del griego “plastikós”, referido al arte de modelar, la palabra plástico surgió como un sustantivo en 1950, a raíz de la expansión de ese material derivado de los hidrocarburos y convertido entonces en materia prima de un sinfín de productos industriales.

El origen del plástico se encuentra en Estados Unidos, cuando en 1860 el inventor John Wesley Hyatt halló un tipo de ese material al producir nitrato de celulosa o celuloide como sustituto del escaso marfil natural destinado a la fabricación de bolas de billar.

El celuloide se utilizó ya entonces, a partir de su descubrimiento, en infinidad de cosas: fabricación de juguetes, piezas dentales, teclas de piano, artículos sanitarios, sin olvidar carretes y rollos de película, que permitieron el nacimiento y desarrollo posterior del cine.

Empleados hoy para la fabricación de una amplia gama de productos, los plásticos son aquellos materiales orgánicos, - resinas, proteínas, etc -, o inorgánicos, fáciles de moldear si son sometidos a presión y temperatura.

Generalmente son polímeros, largas cadenas de átomos que contienen carbono, oxígeno, nitrógeno, hidrógeno y azufre.

Sus características más comunes son su ligereza, a diferencia del cristal o el metal; es aislante, no se corroe; es transparente y susceptible de coloración para hacerlo atractivo, es resistente y sobre todo y lo fundamental, es barato.

DERIVADOS DEL PETRÓLEO.

Por su procedencia, los plásticos pueden ser naturales y sintéticos. Los primeros se obtienen a partir de materias primas vegetales, como la celulosa, y los segundos son los que surgen de derivados del petróleo, el gas natural o el carbón.

En la actualidad, la mayoría de los plásticos que se comercializan proceden de la destilación del petróleo.

PVC, empleado en tuberías, guantes y trajes; metacrilatos, poliuretanos para barnices, espumas de colchones; melamina para recubrir muebles, o caucho para neumáticos, mangueras, gomas, envases para alimentos o medicamentos, etc., son algunos de los numerosos productos que se han incorporado a nuestra vida diaria.

Pero, aunque el plástico es atractivo, duradero y barato, tiene muchas contrapartidas. Cuando se derrite al ser sometido a calores elevados, libera sustancias potencialmente tóxicas y muchos de ellos, los de difícil reciclaje, contribuyen a aumentar la contaminación, poniendo en riesgo la salud y el medioambiente.

EN 2050 MÁS PLÁSTICO QUE PECES EN EL MAR.

Sin embargo, en poco más de medio siglo, la humanidad ha aumentado la producción de plásticos de 2 millones de toneladas a 400.

Según Naciones Unidas, cada año 8 millones de toneladas de esos residuos van a parar a los océanos, son ingeridos por la fauna marina y entran en la cadena alimentaria. La ONU advierte que, de continuar esta tendencia, en 2050 habrá más plásticos que peces en el mar.

Pero ¿qué sucede cuándo los plásticos se fragmentan y con el tiempo se desmenuzan en fibras más pequeñas que un pelo humano?

MICROPLÁSTICOS.

Son los denominados microplásticos, partículas de esas basuras tan pequeñas que, tras la continua fractura en el medio ambiente, pululan por el aire, amenazan los ecosistemas terrestres y marinos, dañan seriamente la salud y de ellos no se libra ya ningún rincón del planeta, por remoto que sea.

En junio de 2022 un estudio científico de una universidad neozelandesa hallaba diminutos restos de plástico en la nieve fresca de casi una veintena de lugares de la Antártida, amenazando y poniendo en serio peligro, según el estudio, los ciclos de la vida de las especies y organismos del continente helado.

Y no era lo único, también ese año, un equipo de científicos de Reino Unido descubría lo que denominaban un hallazgo “inesperado y sorprendente”: microplásticos en la sección más profunda de los pulmones de personas vivas, donde era impensable que esas partículas pudieran llegar, ya que las vías respiratorias en las partes inferiores de los pulmones son más pequeñas. Sin embargo, habían llegado allí después de viajar a través del torrente sanguíneo.

TRATADO MUNDIAL CONTRA LA CONTAMINACIÓN POR PLÁSTICOS.

De no tomar medidas con acciones efectivas, toda la cadena de plásticos convencionales podría ser responsable además del 15 % de las emisiones de gases efecto invernadero para 2050, decía el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) en 2022, lo que de no evitarse impactaría especialmente en los sistemas acuáticos y terrestres.

Ese año, el 2 de marzo, se daban en Nairobi (Kenia) los primeros pasos para el nacimiento del primer Tratado Global contra la Contaminación por plásticos que, de producirse, será la segunda medida adoptada más importante, por detrás del Acuerdo de París contra el cambio climático, en vigor desde 2016.

El acuerdo, demandado con urgencia por países, organizaciones ecologistas y sociedad en general, aborda el problema desde una perspectiva global y contempla el ciclo de la vida completo del plástico, incluida su producción, diseño y eliminación.

En la actualidad, el plástico, que puede tardar desde décadas hasta millones de años en descomponerse, representa el 85 % de toda la basura marina y suma ya unos 150 millones de toneladas de residuos flotando en los océanos, según estimaciones de la Comisión Europea.