TUBÉRCULO

La guáyiga, un producto con sabor a historia

La guáyiga tiene una alta producción de almidón comestible, lo que la convierte en un nutritivo alimento. Fotos cortesía de Oliver Bur

La guáyiga tiene una alta producción de almidón comestible, lo que la convierte en un nutritivo alimento. Fotos cortesía de Oliver Bur

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Inés Páez Nin (Chef Tita)Santo Domingo, RD

Hoy quiero presentarles un producto de gran nobleza, que seguramente muchos de ustedes desconocen. Les hablo de la guáyiga, un producto de tallo subterráneo, alta producción de almidón comestible que se convierte en un nutritivo alimento. Es de flores unisexuales y se encuentra cada sexo en una planta distinta (dioica). Se cultiva como ornamental, propagándose por semillas, y sus hojas se usan como follaje en adornos.

La guáyiga era el pan principal de los indígenas taínos arawacos y un dato muy curioso e interesante es que es el más antiguo alimento documentado de tipo agrícola del que se tiene noticia en la isla. Se comía amasándola para hacer una especie de arepa cocida en comales o bureles.

Fue utilizada como alimento hacia el año 1800 y es una raíz noble de la cual se pueden hacer innumerables elaboraciones y tiene un sabor muy peculiar. Con los años su utilización se ha ido perdiendo, pero trabajamos para rescatarlo y que vuelva a ser parte de esa identidad que nos distingue como dominicanos.

Algo de historia

Los derivados de la guáyiga fueron, probablemente, súper alimentos durante la época precolombina en las Antillas Mayores y quizás en algunas Antillas Menores.

Sabemos que el alimento confeccionado con la guáyiga no solo proveía carbohidratos, sino también una buena fuente de proteínas, y todo esto en un mismo platillo. Hasta el momento conocemos que el uso más antiguo de esta planta se ubica en el yacimiento de Saint John en la isla de Trinidad, hace casi 7,800 años.

Bollos de guáyiga

Ingredientes:

1 libra de guáyiga

1 libra coco rallado y tostado

1/2 libra de mantequilla

1 taza de leche

2 huevos

* Agua

* Sal

Preparación:

Pele y guaye la guáyiga (tubérculo). Ponga en colador grande con un recipiente grande debajo, échele agua varias veces y vaya apretándola para que vaya desechando toda la sustancia tóxica, deje reposar el agua en el recipiente por espacio de dos horas.

Luego, bote con cuidado y mucha precaución toda el agua, ya que es tóxica, reserve lo que queda en el fondo y ponga a secar bien en el sol y luego triturar para obtener la harina.

Pele y guaye el coco, reserve todo.

Adicione agua a temperatura ambiente, poco a poco, a la harina de guáyiga y vaya uniendo hasta formar especie de una bola, una al coco rallado, mezcle bien, agregue sal al gusto, el huevo, la leche y la mantequillla, amase y cuando la masa esté manejable realice las cholas o bollos de guáyiga.

Envuelva las cholas o los bollos en hojas de plátano (previamente mareadas y engrasadas), cueza en hornos de arcilla o barro, en bandejas sobre fuego a base de leña y carbón o también puede cocinarlos en el horno de la estufa a temperatura baja para que se cuezan bien.

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