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Destino

En Segovia una taberna centenaria

1) Sopa. En la clásica cazuela de barro traen la sopa castellana. 2) Madera. En la zona de la taberna y el paso hacia el comedor abunda la madera. 3) Comedor. Arcos de ladrillo y muros de piedra vista enmarcan el comedor de Casa El Abuelo 4) Toro. Frente a la puerta de entrada está la cabeza discada del toro Quareño lidiado en 1915. 5) Detalle. Sobre el piso de ladrillo han dibujado la fecha del edificio.

1) Sopa. En la clásica cazuela de barro traen la sopa castellana. 2) Madera. En la zona de la taberna y el paso hacia el comedor abunda la madera. 3) Comedor. Arcos de ladrillo y muros de piedra vista enmarcan el comedor de Casa El Abuelo 4) Toro. Frente a la puerta de entrada está la cabeza discada del toro Quareño lidiado en 1915. 5) Detalle. Sobre el piso de ladrillo han dibujado la fecha del edificio.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

Al costado de un edificio, que desde la calle Juan Bravo diviso frente al Palacio de Cascales, en Segovia, resalta un letrero colgando de un tubo cual estandarte: ‘Casa El Abuelo. Desde 1890’. Con mi hija Carmen Virginia desciendo hasta la plaza y doblo a la derecha, en la calle La Alhóndiga, hasta encontrar El Abuelo. Buscamos un lugar que rezume ambiente de antaño, brinde comida apetecible y tenga buenos precios. De esto último da fe un cartel al exterior: Menú en la Taberna: sopas castellanas o gazpacho de queso; cochinillo asado o chuletas de cordero, o lomo de trucha en dos salsas; pan de pueblo; vino crianza o agua mineral. Café. 19.50 euros, IVA incluido. Acerca de los platos a la carta, nada indica. Estos los sirven sólo en su comedor.

Me asomo al local. No hay clientes a la vista. A la derecha, un mueble macizo de madera tallada sirve de recepción. Percatado de nuestra presencia se acerca el maitre d’. ‘¿Dónde está la taberna?’ pregunto mirando el reducido espacio a la vista. ‘Es ésta’, responde mientras señala la zona de cuatro o cinco mesas máximo, pero con una decoración que rezuma historia. Sobre el suelo, dibujada sobre un mosaico, la fecha de construcción de la casa: 1692. En el techo, gruesas vigas de madera al descubierto. Entre los diversos detalles destaca, en una columna de madera justo frente a la puerta de entrada, una cabeza de toro disecada. Diría que en cierto modo nos da la bienvenida. A un lado, su interesante dato: ‘’Quareño’. de los señores Baeza Drake, lidiado en Segovia el 29 de junio de 1915’. A mi izquierda, mirando desde la entrada, se extiende la barra, en madera tallada con incrustaciones de azulejos. ‘¿Son velones?’, inquiero al ver unos adornos en una repisa. ‘Son calabazas, como las que les dan a los novios’, me explican. Calabazas, sí, pero tienen mechas, aunque por su ubicación intuyo que sirven únicamente de decoración. (Dar calabazas, dicen en España, a desairar al enamorado).

Hacia la derecha un cartel, donde asoma la pátina del tiempo, promueve una corrida de toros en la plaza de Segovia en 1889. Es uno de los varios mementos que alcanzo a leer. No habiendo todavía otros parroquianos, salvo nosotras dos, en lugar de sentarnos y ordenar nos acercamos al comedor, ubicado a un nivel ligeramente inferior al de la taberna. Entre uno y otro, no sólo la comida hace la diferencia sino el diseño interior: arcos de ladrillo, muros de piedra vista, relojes antiguos con armazón de maderaÖ ‘Éste es el cuarto restaurante más antiguo de España’, nos dice el maitre d’. No puedo comprobarlo, pero antiguo sí es. Hasta en la factura está inscrita la fecha: Casa El Abuelo desde 1890.

Cuando llega una pareja con niños, nos sentamos para ordenar la comida (con el vino incluido, claro está). Ella quiere gazpacho. Yo, sopa castellana. La traen coronada por un exceso de pan en la cazuela de barro. De plato fuerte pedimos cochinillo, típico de esta región de España. No podemos pasarlo por alto. ¿Y esto qué es?, pregunto al ver un pequeño servicio de comida. ‘Patatas panaderas’.

El maitre d’, de pie ante la mesa, sorprendido al ver que elimino la piel del cerdo advierte, por si lo desconozco, que ‘el cerdo es el único animal del que se puede comer la piel’. Por no hacerle sentir mal pruebo un poco, pero al fin y al cabo el cuerito es pura grasa. Me hace daño, pero está ricoÖ En una linda cajita de madera tallada presentan la factura. Menú para dos personas, 39 euros y una botella de agua, 3 euros. Total: 41 euros. Es hora de seguir caminando por la mágica Segovia.

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