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FOLCLOREANDO

Es la familia, no las letras

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Lo que daña es la sociedad que no toma en cuenta a los jóvenes. Muchos grupos elitistas no dejan un espacio a esos muchachos para que participen en conciertos musicales de cualquier índole y por eso delinquen y consumen estupefacientes, la familia no los toma en cuenta y la única salida que les queda es hacer fechorías y no les importan las consecuencias, dirán “total, como quiera nadie me acepta, nadie me quiere”.

Esas letras que escuchan es su cotidianidad, lo que viven cuando sus padres los rechazan, cuando hay incestos, cuando la madre entra a la casa a un hombre que no es su padre, cuando la familia vive en hacinamiento y los padres duermen en la misma habitación que sus hijos. Esas letras, esa música, esa vestimenta, ese peinado es rebeldía. “Crecí” en Villa Juana, salía de mi casa un sábado al mediodía para un pueblo y llegaba al otro día casi a las once de la noche, con el Ballet de la UASD. En el barrio había varias barras de “mala calaña” y no se me pegó nada que no fuera compartir con la gente de allí y caminar con la frente en alto. En los hogares es que se forman los hijos, no importa el barrio, la música y las letras. Lo que sucede es que los padres no escuchan esas letras, si las escucharan se hicieran cómplices y si se hacen cómplices lo tendrían en sus manos y se darían cuenta en qué están sus hijos. Para terminar, puedo decirlo “a boca llena”, que yo con mi “moja” color azul o rojo, los jóvenes me hacen más caso que a una señora con la falda en los tobillos con una Biblia y los cabellos recogidos.

Lo primero que debemos hacer es enfocarnos en la familia, darle afecto, para que después otro no se los dé, es poner los pies sobre la tierra, es no violar su privacidad, no estar escuchando conversaciones, es no preguntarle a los profesores cómo se comportan, porque si usted no sabe cómo es su hijo, el problema es mayor. Se da el caso de muchos profesores que sentencian a los estudiantes diciéndoles que se lo dirán a sus padres. Gracias a Dios que les hacía caso a mis hijas. Como padres revisémonos, para formar con criticidad.

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