Santo Domingo 19°C/21°C clear sky

Suscribete

COSAS DE DIOS

El sándwich especial

Hubo una época en que mi hija se volvió difícil de tratar. Su comportamiento, arisco y distante, me preocupaba. Llegué a consultar a una terapeuta que atribuyó la actitud de la niña a un proceso por el que atravesábamos como familia. Me aseguró que cuando la tormenta se calmara, Laura volvería a acercarse a mí. Pero no fue así. Las aguas tomaron su curso y mi hija mantenía esa actitud recelosa. Con frecuencia me reclamaba que yo tenía predilección por sus hermanos varones. Como la acusación me parecía absurda, y sin base, no le hacía mucho caso. Pero, al ver que nuestra relación no mejoraba, decidí indagar qué pensaba ella.

Resulta que escuché cuando una amiguita le dijo que había ocurrido un milagro porque su mamá estaba en la cocina. Mi hija le respondió que en nuestra casa ese milagro solo ocurría los domingos, pero que ni ese día yo le preparaba algo de comer para ella.

Analicé lo que dijo y me di cuenta que tenía razón. No cocino durante la semana, pero los domingos hago el esfuerzo de prepararles el desayuno a mis hijos, excepto a Laura. ¿Por qué? Ella acostumbra a despertar más tarde que sus hermanos, yo siempre había terminado de fregar los platos cuando se asomaba en pijama procurando desayunar.

Sin prestarle mucha atención, le recordaba que ya era casi hora del almuerzo, que mejor tomara cualquier cosita de la nevera. A mí me parecía lógico pero ella sólo veía que su mamá estaba dispuesta a prepararles desayunos a sus hermanos pero a ella no.

Tras enterarme de lo que pasaba, el siguiente domingo, apenas salió de la cama, le pregunté a Laura qué le apetecía desayunar. Con cara de sorpresa, pidió un sándwich. Se lo preparé añadiéndole, como adorno sobre la parte superior, un par de rodajas de tomate sujetas con un palillo. Cuando se lo llevé a la mesa, le aseguré que esa era una receta especial que tenía nombre: “el sándwich especial de mamá”.

Preguntó cuál era el ingrediente secreto y le respondí que el amor. Desde entonces, cada domingo, Laura me pide el sándwich especial, que no me toma ni tres minutos preparar, pero que, no tengo dudas, ayudó a mejorar nuestra relación pues, otro día, la escuché comentar a una amiguita que yo le preparo un sándwich especial sólo para ella.

Esta experiencia me dejó una moraleja: con nuestros hijos, un detalle sencillo puede evitar grandes problemas, basta que nos tomemos la molestia de indagar qué necesitan o qué les hiere.

Tags relacionados