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Orientación

Hay que 'poder hacer' para empoderarse

El empoderamiento es un concepto ligado a la autoestima en el sentido que confiere un orgullo de sí. Es una sensación de “poder hacer” (como indica su propio nombre, del inglés power) y está por tanto indisolublemente unido al nivel de autoestima personal.

Sin embargo, es muy importante no confundir la autoestima con otras actitudes de superioridad o prepotencia. No se trata de desarrollar habilidades para justificar y defender diferentes puntos de vista a costa de sacrificar su habilidad para escuchar a los demás.

En los últimos tiempos el empoderamiento ha ido dirigido específicamente a las mujeres, sin embargo, entiendo que los hombres también deben realizar una labor de empoderamiento desde el punto de vista psicológico. Un empoderamiento que vaya dirigido a tomar control de su autoestima e inteligencia emocional.

Estar empoderado no significa ser grosero, tener una imagen de dureza, o hacer alardes de poder, sino todo lo contrario. Una persona empoderada debe desarrollar la capacidad de respeto hacia los demás, así como a sus creencias y decisiones.

La autoestima está muy vinculada al empoderamiento y es uno de los primeros aspectos a revisar cuando se realiza un plan de desarrollo personal. Autoestima se refiere a la relación que el individuo establece consigo mismo: lo que piensa de sí mismo, la imagen corporal que se ofrece, así como el grado de bienestar que siente consigo mismo. Se trata de un factor de supervivencia fundamental para la vida de las personas, porque un nivel adecuado de autoestima capacita para sobrevivir a las críticas, a los conflictos y a las relaciones difíciles con el entorno.

Una persona empoderada aprende a superar los momentos dolorosos y a tener la confianza de que podemos modificar de acuerdo con nuestros intereses el curso de nuestra vida. Permite enfrentarse a las situaciones complicadas o que dan miedo con seguridad en las propias habilidades.

Un buen nivel de empoderamiento puede lograr que tanto el hombre como la mujer puedan defender sus propuestas aunque haya una mayoría en contra, y no resentirse por ello. Estos aspectos son fundamentales cuando hablamos de las relaciones de pareja, donde el respeto de la opinión de la otra persona es importante.

En un inicio la mujer necesita lidiar con la programación emocional que ha llevado durante tanto tiempo. Una programación de debilidad y menosprecio, la cual el trabajo de empoderamiento y una autoestima sana ha logrado combatir. La gran importancia del empoderamiento de la mujer se puede notar en el desempeño y avance en la sociedad de la presencia y la participación femenina de forma exitosa en todos los ámbitos.

Es necesario trabajar la preparación y empoderamiento del hombre a fin de crear la integración de humanos sanos emocionalmente y donde ninguno se sienta desplazado o inferior al otro. La preparación emocional para los cambios de nuestros tiempos debe realizarse a través de la educación y la formación de individuos conscientes y responsables de sus acciones y emociones.

Sin embargo, no podemos aumentar nuestra autoestima si no partimos de los diferentes aspectos de la personalidad que la componen. Decir: “Me gusto a mí misma” es un reflejo de sentirse bien con las propias emociones, de estar de acuerdo con los propios pensamientos y no sentirse culpable por ellos, ser consciente de por qué se actúa de una forma u otra y cuidar nuestro cuerpo. Por el contrario, cuando una mujer no se gusta a sí misma es porque alguno de estos aspectos está descuidado o poco valorado.

Mejorar la autoestima, por tanto, se consigue mejorando uno o más de los campos o áreas implícitas en la persona. No podemos mejorar directamente la autoestima, pero sí podemos influir indirectamente en ella, cambiando una o más variables personales: conductas, pensamientos, emociones o actitudes físicas. Es necesario, por tanto, lograr un equilibrio entre los diversos componentes de nuestra persona.

Pensamientos positivos Uno de los factores necesarios para incrementar la autoestima en las mujeres es el autoconocimiento. Conocer las cualidades que se tienen es importante para valorarse y actuar con seguridad. Identificar los pensamientos negativos que tenemos sobre nosotras mismas resulta imprescindible para saber qué opinión tenemos realmente sobre nuestra valía. Con frecuencia, las mujeres tienen miles de pensamientos negativos que merman su capacidad de éxito.

Pensamientos críticos Identificar cuáles son y sustituirlos por pensamientos positivos repercutirá en una mejora de la propia autoestima y en una mejor actuación política y en todos los terrenos en que la mujer trabaje.

Pensamientos afirmación positiva En ocasiones, los pensamientos negativos (“estoy haciendo el ridículo”, “no sirvo para esto”, “voy a equivocarme”, “seguro que empiezo a hablar y olvido mi discurso”, etcétera) están inducidos por los demás, especialmente por los hombres, inmersos en una cultura machista, que desprecia o minusvalora a las mujeres. En el próximo capítulo veremos exactamente cuáles son las conductas eficaces para hacerles frente. Aquí vamos a destacar, sin embargo, algunas que influyen especialmente en una baja valoración propia:

En ocasiones parece que, haga lo que haga una mujer, siempre está mal. Por más que se esfuerza en cumplir sus múltiples roles, no oye más que críticas y ningún elogio. Es frecuente que se culpabilice socialmente a las mujeres que se ocupan exclusivamente de las tareas del hogar y de los hijos e hijas pequeños acusándolas de ser totalmente dependientes, de no contribuir económicamente a las necesidades de la familia. Sin embargo, si una mujer que ha sido madre decide acceder al mercado de trabajo y ser activa en algún tipo de militancia (política o sindical), se la acusa de descuidar (cuando no abandonar) al marido y a los hijos/as. En estos casos se suele mirar con lástima al marido, que debe ocuparse de lo que ella supuestamente deja de hacer en el hogar, y se le recuerda a ella la suerte que ha tenido por tener un esposo tan comprensivo. Estas situaciones, provocadas tanto por hombres como por mujeres, influyen en que las mujeres que las padecen se sientan, hagan lo que hagan, con mala conciencia, culpables de no ser perfectas en todo y rebajen su autoestima de forma importante.

Ocurre lo mismo en los casos, desgraciadamente tan frecuentes, de mujeres que sufren maltratos o abusos sexuales. Existe una tendencia social, claramente reflejada en algunas sentencias judiciales, a pensar que de algún modo la mujer víctima ha provocado la agresión o el abuso: “tal vez se vistió con un escote demasiado grande”, “movió demasiado las caderas” o, sencillamente, “era demasiado guapa”...

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