El triunfo de los humildes

Varios acontecimientos se juntaron para hacer esta semana interesante por demás. Se acabó el mundial de fútbol con la victoria de Francia, una victoria merecida si no hubiera sido contra Croacia, la que conquistó el corazón del mundo. Un país pequeñito, de apenas cuatro millones de habitantes que surgió de la debacle producida cuando la antigua Yugoslavia se partió en mil pedazos, mientras una guerra fratricida teñía de rojo el territorio. Croacia surgió de las cenizas para convertirse en una asombrosa potencia, en el deporte más popular del globo terráqueo. El mundo entero fue testigo de la altura con que su presidente, una bella mujer, dio una lección de ética, decencia, sencillez y honradez que debió hacer sonrojar a muchas cabezas de Estado. Ganó Francia con su equipo formado por inmigrantes procedentes de las antiguas colonias y de otros países europeos, una bofetada para los que combaten las inmigraciones, un fenómeno recurrente durante toda la historia de la humanidad. Se acabó el mundial y todos nos sentimos como si nos hubieran quitado nuestra entretención favorita, aunque el fútbol nunca ha sido el deporte rey entre nosotros; nos contagiamos de la fiebre y qué remedio, nos hace falta la pasión descubierta. Ahora es el busto de Duarte y su sospechoso parecido lo que llama la atención de la ciudadanía. Emma está indignada y dispuesta a tumbar el busto de marras, ¡a escobazos!