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FÁBULAS EN ALTA VOZ

La humildad no se pierde, es que nunca se ha tenido

Con frecuencia solemos decir que fulano o perencejo han perdido la humildad por tal o cual cosa. Sin embargo, me he puesto a meditar sobre esta suposición y, he llegado a la conclusión de que no es así. Nadie pierde lo que nunca ha tenido. Quien ante un logro, el éxito, la fama, el estrellato o como quieran llamarle se engrandece dejando de ser quien creíamos que era, lo hace porque lo que realmente es no es lo que habíamos visto y tratado, sino lo que exhibe cuando cree haber llegado al escenario que pertenece. El mundo está lleno de ese tipo de persona, y yo, que aborrezco el ‘modo dios’ siempre ando en búsqueda de respuestas y soluciones para que la gente entienda que la grandeza del ser humano está en su humildad. Precisamente para ver cómo lidian con este comportamiento en otros lugares, me transporté a una ciudad fabulosa donde lo primero que observé fue que allí no son bienvenidas las personas que carecen de humildad, ya que sus habitantes eso es lo primero que aprenden en el seno familiar. Compartí con personas de éxito, con simples mortales y no pude notar quién era quién. Nadie tiene el título, el éxito o el poder en la cabeza. Todos son iguales. Que alguien haya llegado a lograr uno de estos tres aspectos no le da derecho a creer que está por encima de los demás. Tienen más que claro que todo es pasajero. Que lo único que hay que preservar en la vida es el buen trato con el prójimo, pues al final es ese quien se quedará con una buena o mala imagen suya. En la realidad de nuestro país, a muchos poco les importa lo que se diga de sí, creen que el éxito y el poder duran para siempre. No se detienen a reflexionar sobre las vueltas que da la vida y a descubrir que, al final del camino solo la humildad te ayuda a descubrir el sendero que te lleva hacia lo verdadero, pues si no lo conoces, cualquiera camina contigo para que lo encuentres.

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