Una solución machista

Recuerdo el primer aborto del que tuve conocimiento. El padre de la criatura era un estudiante universitario cuyo futuro parecía amenazado, de manera que él buscó el dinero y el médico para interrumpir el embarazo de su novia y poner fin a la vida de su hijo.

El segundo aborto del que me enteré, también, fue una decisión que partió del hombre. Y el tercero..., lo mismo. Ninguna de las mujeres que conozco llevaron la voz cantante en la condena a muerte de sus hijos. Sus parejas las apoyaron para abortar pero no para seguir con el embarazo.

Esto ocurre porque el aborto, erigido como una conquista femenina, por algunos, en realidad, es una solución machista a un embarazo indeseado.

Este último planteamiento es de Benigno Blanco, un abogado español, católico, especialista en el tema de la familia, quien trabaja con una organización que, en diez años, ha brindado ayuda a 20 mil madres para que den a luz a sus hijos.

Él afirma que, para no abortar, una mujer necesita apoyo, aliento y cariño. Pero muchos hombres se muestran solidarios para interrumpir el embarazo pero dan la espalda si de tener un hijo se trata.

El asesinato de Emely Peguero a manos de su novio, y en el que se acusa de cómplice a su suegra, ilustra lo que dice Blanco, quien está de visita en el país.

Contrario a lo que plantean los pro aborto, la presión que reciben, la mayoría de las mujeres, no es para que tengan sus hijos sino para que los maten; de eso tiene muchísimo conocimiento Blanco. ¿La razón? Todos la conocemos: con el aborto, el progenitor se libera de compromiso.

“Cuando se aprueba el aborto, la sociedad deja sola a las mujeres. Se trata de una solución machista porque permite que el padre evada su responsabilidad. Puede decir: ‘lo tienes porque quieres’, y se desentiende”, afirma Benigno Blanco. ¿A qué le suena? Piense, no en propagandas, remítase a lo que le ha tocado vivir y pregúntese si este hombre tiene la razón. Yo creo que sí.