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Psicología

La importancia de tener el control emocional

La habilidad para pensar antes de actuar escasea en muchas personas hoy. ¿Es tu caso? Aprende cómo manejarte cuando notes que estás a punto de un desborde emocional.

Técnica. Para calmarte debes retomar el control de tu respiración y luego de la tensión muscular.

Técnica. Para calmarte debes retomar el control de tu respiración y luego de la tensión muscular.

El ser humano se diferencia de las demás especies por su capacidad de raciocinio, pensamiento lógico y sentido común. Sin embargo, parece que tenemos que revisar y cuestionar esta teoría.

Cada día observamos cómo se va perdiendo más la habilidad para pensar antes de actuar, y de tener un pensamiento crítico o realizar un breve análisis de consecuencias de las acciones. La reactividad es la respuesta inmediata de algunos frente a un contratiempo.

De acuerdo con la inteligencia emocional, debemos aprender y ejercitar la capacidad de asumir el control de nuestras emociones, y esto solo se logra a través de la razón. Esta teoría plantea que debe existir un punto de equilibrio que ubique la acción en un lugar intermedio, ya que si la conducta se inclina completamente hacia lo racional, el individuo sería frío y calculador; pero si la acción obedece solo a las emociones, sería impulsivo.

La inteligencia emocional no es directamente proporcional a los logros académicos, a los altos cargos o a la posición social. El coeficiente intelectual y la forma de administrar las emociones son educadas de manera independiente. No ha de sorprendernos que personas destacadas por sus reconocimientos tengan una reacción fuera de lugar en su manejo con los demás, sobre todo en situaciones de tensión o frustración.

Se hace necesario educar emocionalmente desde pequeños, enseñar a tolerar y manejar las frustraciones. Como adultos hay que proponerse modelar el control emocional; si no sabe, ahora es el momento de revisarse y aprender.

Este es el primer paso para realizar una transformación. Cuando estamos perturbados emocionalmente, la emoción puede apoderarse de nosotros, y a partir de ese instante ya no somos dueños de nuestras respuestas, y podemos llegar a lo que se conoce como “punto de no retorno”, donde una vez ejecutada la acción ya no hay marcha atrás.

La fuerza de las emociones mantiene nuestra atención concentrada en toda una serie de facetas cognitivas: pensamientos, reflexiones, recuerdos, imágenes, que potencian el estado emocional negativo. El iracundo no puede dejar de acordarse de la injusticia que le han hecho; el miedoso, de la situación que ha de afrontar; el depresivo, de lo que cree haber perdido.

La persona que desea tener control emocional, que no quiere vivir bajo el sometimiento de estados emocionales que le hacen sufrir, debe comprender que el problema no está en lo que creemos que nos provoca la emoción (que muchas veces suelen ser aspectos irrelevantes o cotidianos); el problema está en la emoción que esto provoca y cómo se revela a través de la acción.

Es indispensable tener clara consciencia de que cada vez que se experimenta una emoción negativa, es necesario tomar medidas para no dejarse arrastrar por ella. Cuando notes que estás a punto de un desborde emocional, retírate de la situación que te hace sentir mal, aunque la vuelvas a retomar luego.

Puedes emplear variadas técnicas para calmarte. Todas ellas tienen en común que vas a cambiar el foco de tu atención de los pensamientos a las sensaciones corporales y emocionales.

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