Don Juan Tenorio Al estilo de Guadalajara

Las calles vacías. Ni peatones ni vehículos. Es domingo a las 2:00 de la tarde en Guadalajara, una ciudad que parece dormitar a 56 kilómetros de Madrid. En días laborables todo cambia. Entre ceja y ceja tengo metido conocer la Capilla de Luis de Lucena, en la Cuesta de San Miguel. Y hacia ella vamos, deteniéndonos en todo aquello que llame nuestra atención: la de mi hijo Alexis y la mía. Los minutos de caminata transcurren mayormente buscando sombra en cualquier rincón. El sol tiene hoy duplicada su potencia y no hay airecillo alguno que mitigue sus efectos.

Al rato, ante una iglesia me detengo. Es la de Santiago, que en un tiempo formó parte del monasterio medieval de Santa Clara. Levantada en el siglo XIV y con una austera portada de sillería, es considerada como uno de los más importantes ejemplos del estilo gótico-mudéjar. A unos pasos ¡vaya sorpresa! Una estatua en la acera. De esta, no tengo idea. No figura en el plano. Una placa sobre el suelo dice: El Comendador. En homenaje al tenorio Mendocino, representado por gentes de Guadalajara desde 1991. La explicación me deja aún más confundida. ¿Es otro Don Juan Tenorio? En la enciclopedia Wikipedia es donde luego me informo: el Tenorio Mendocino es una representación de la obra Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, que se celebra anualmente en torno al 1 de noviembre en las calles y en los principales monumentos de la ciudad de Guadalajara (España). No es empero la obra original que aquí montan, sino una mezcla de los personajes de esta con los de la familia de Mendoza, ‘la predominante y más rica de Guadalajara en el siglo XVI, cuando se sitúa la obra’. Un dato aún más curioso: los actores son todos aficionados: los mismos habitantes de la ciudad. Y la escenificación se desarrolla por distintos monumentos de Guadalajara. Ha de ser un llamativo espectáculo.

Cuesta abajo por otra calle llegamos hasta la Plaza de los Mártires Carmelitas. En su entorno, la iglesia convento de las Carmelitas de San José. Su sobria construcción data de 1625. En su interior, al cual no entramos, hay un espléndido retablo mayor de estilo barroco.

Pero ¿dónde está la capilla de Luis de Lucena? A una mujer, ¡al fin vemos a alguien!, le preguntamos. ‘¿La capilla? Pues mire. ¿Ve ese letrero rojo de la antigua estación de gasolina? Pues a la derecha, ahí la ven’. Miramos y miramos, pero ¡nada! De manera que en lugar de subir por la calle indicada, cruzamos al frente, a la Plaza Santa María, acercándonos a la Concatedral de Santa María. (Una concatedral es un templo cristiano con rango de catedral, que comparte la sede del obispo con otro templo catedralicio). La iglesia se remonta a los siglos XII y XIV, sucediéndose en ella tres estilos arquitectónicos: el mudéjar, el renacentista y el barroco. Esta concatedral, construida sobre una mezquita árabe, es la parroquia de Santa María la Mayor. Así leo en una tarja en su entorno.

Echo un vistazo en derredor. Cruzamos de nuevo la calle, a la búsqueda de la capilla. Cuando veo una mujer que sale de un portal cercano me acerco presurosa: ¿Sabe dónde está la capilla de Luis de Lucena? ‘Creo que es ésa’, responde, mientras señala hacia un edificio de estilo mudéjar del siglo XVI. Por alguna razón, la capilla me pasó desapercibida. Tal vez porque la imaginaba como un edificio con la clásica arquitectura de iglesia. Y ésta, en modo alguno la tiene.