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Psicología

Criar contra viento y marea

Es muy importante que tengamos claro que no se debe, bajo ningún concepto, restringir al niño o adolescente de alimentación, atención de salud, práctica de un deporte o afecto.

Es muy importante que tengamos claro que no se debe, bajo ningún concepto, restringir al niño o adolescente de alimentación, atención de salud, práctica de un deporte o afecto.

¿Dónde están los padres y las madres?, ¿qué está pasando con este mundo? y ¿qué es lo que tienen estos muchachos de ahora? Son preguntas que suelen ocupar nuestra mente cuando leemos las noticias, en las que diariamente vemos cada vez más jóvenes adolescentes y niños involucrados en actos delictivos que provocan horror y tristeza en la sociedad.

Parecería que el modelo o estereotipo que tiene la generación actual, tiende a ser negativo y desafiante de todas las reglas conocidas. Ante esta realidad no podemos quedarnos de brazos cruzados. Es necesario realizar acciones que impulsen al cambio en la estructura del pensamiento de quienes serán nuestros sucesores. Algunas personas suelen preguntarse: “¿Será necesario retomar el modelo de crianza de los abuelos?”.

Probablemente sea necesario retomar aspectos como el respeto a las figuras de autoridad y establecer consecuencias claras (no castigos físicos). Donde exista una acción negativa debe haber una consecuencia negativa. Es importante que los roles de padres e hijos estén definidos en el hogar, pues hemos visto casos en los que parecería que quien pone las reglas y tiene el control es el hijo y no los padres.

Corregir la actitud del niño para que no vuelva a hacer aquello por lo cual ha sido castigado es lo que esperan todos los padres cuando aplican un castigo a sus hijos. Sin embargo, la queja general es que al niño le da igual y vuelve a hacer lo mismo una y otra vez, y los padres se desesperan. Para terminar con esta rueda sin fin, lo más recomendable es asumir la responsabilidad y establecer consecuencias que sean excepcionales, coherentes, firmes y constantes. No puedes estar castigando al niño por todo, porque entonces se satura y no te hace caso de nada. Cuando tú pones un castigo lo has de cumplir, y es importante que sea adecuado a lo que haya hecho el niño. Por ejemplo, no puede ser que al niño se le caiga el vaso de agua y esté una semana sin salir. Por tanto, los castigos nunca deben ser desproporcionados, sino coherentes.

¿En qué se diferencian los castigos de las conscuencias educativas? El castigo educativo tiene que costar un esfuerzo al niño para que le ayude a autocontrolarse y para que la siguiente vez que haga aquello que está mal, el niño se lo piense dos veces. Ésta es la característica más importante del castigo educativo, que al niño le cueste algo.

Autoritario, permisivo... ¿Qué tipo de padre debemos ser ahora? Un padre flexible que se adapte a la situación. Los extremos siempre son malos. El exceso de autoritarismo es igual de malo que el exceso de permisividad. Si nos fijamos, los niños con conflictos de verdad vienen de familias excesivamente permisivas o excesivamente autoritarias, por tanto, lo ideal es estar en el punto medio.

Estoy en contra del castigo físico, porque realmente no lleva a ningún lado. La violencia genera violencia, y por ahí no vamos bien. Para ser un padre firme no es necesaria pegarle a tu hijo(a), si tenemos claras las cosas y al niño no le dejas pasar una, no hace falta. Hace falta que quede claro que existe una serie de cosas que no es negociable y que el niño tenga eso claro. Pero ello no quiere decir que entonces el niño sea el rey de la casa y haga lo que le de la gana.

Una cosa es no violencia y otra cosa es que no haya límites y que el niño pueda hacer lo que quiera, y no se puede, porque en la sociedad hay límites y hay normas y estás educando a estos niños para que vivan en esa sociedad.

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