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Plástica

El arte del dibujo según Jaime Colson

El artista. En sus aportes al arte dominicano Jaime Colson dejó un discipulado que hoy forma parte de lo mejor del arte nacional.

El artista. En sus aportes al arte dominicano Jaime Colson dejó un discipulado que hoy forma parte de lo mejor del arte nacional.

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Virginia Goris | Especial para LDSanto Domingo

Leyendo el catálogo de la exposición Variaciones Colsonianas, del artista Amable Sterling, encontré una reproducción de un artículo titulado “El arte del dibujo”, escrito por el maestro Jaime Colson.

La importancia del artículo está vigente ahora que, desde diversos núcleos, están promoviendo esta técnica como referente Amable Sterling y Mildred Canahuate, cuyo empoderamiento va más allá de un apostolado de vida. Día tras día encuentra nuevas fórmulas para darle difusión a ese modo primigenio del arte.

Colson es el más extraordinario y universalmente reconocido pintor dominicano. El artista, nacido en Puerto Plata en 1901 y fallecido en Santo Domingo en 1975, es uno de los más grandes artistas iberoamericanos del siglo XX. Fue a perfeccionarse en los estudios básicos en París después de sus estudios en la Escuela de Arte La Lonja, en Barcelona. Conoció los estilos del fauvismo, cubismo y otros de principios del siglo que seguían los pintores en Francia. Fue director de la Escuela Nacional de Bellas Artes de República Dominicana e impulsó el muralismo al fresco que aprendió en México.

En sus aportes al arte dominicano dejó un discipulado que hoy forma parte de lo mejor del arte nacional. Entre ellos Amable Sterling, José Rincón Mora, José Ramírez Conde, Norberto Santana, Juan Medina y Roberto Flores.

“El arte del dibujo” es un artículo que resume los principios de esa técnica y afirma lo siguiente: “Hasta hace poco tiempo, el dibujo -mirado de ordinario en forma harto superficial- fue casi siempre considerado solamente como un eficaz medio para lograr, sin riesgos, un determinado fin, ya fuese de orden pictórico, escultórico o arquitectónico. Pues en muy contadas ocasiones se le atribuyó el valor o la calidad de las cosas que tienen o pueden alcanzar la categoría de lo definitivo; queremos decir de algo cuyo principio y fin se encuentra dentro de su propia órbita”.

Por otra parte, Colson expresa: “Así, no ha de parecernos extraño que algunos espíritus selectos, acaso guiados por la pura intuición, o por aquello que en terminología de taller se suele llamar la ‘Flaire’ -en castellano diríamos olfato- se complaciesen en buscar y coleccionar celosamente dibujos de los más destacados artistas”.

Sencilla cosa para crear el universo Para dar fuerza al contenido de su artículo, Colson se afincó en el arte griego cuando afirmó que en la antigua Grecia “Platón hablaba del valor de la línea considerada intrínsecamente”.

Luego el artista retorna al presente para, “con el extralúcido Valery, vislumbrar tan solo el extraordinario acontecimiento que para la actividad humana implica la creación de la línea, esa sencillísima cosa que, por encima de la realidad aparente puede crear un dintorno ideal, un universo visual de pura forma y delimitados contornos espaciales”.

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