Un lamento

El mundo entero está horrorizado ante la matanza del día de San Valentín, en la escuela secundaria Tonema, en Parkland, Florida. El suceso ha tenido el dudoso honor de desplazar otra matanza en la tristemente célebre crónica de muertes en masa de Estados Unidos. Está la ocurrida en tan señalado día, en 1929, en Chicago, cuando los matones de Al Capone la emprendieron a punta de ametralladora contra sus rivales, los compinches de Malone, después de haberles hecho una encerrona. El Día de los Enamorados, irónicamente, teñido de rojo, proveniente de sangre inocente, quedará para siempre como un holocausto a la avaricia de los fabricantes de armas y los que rigen actualmente los destinos de esa gran nación. Emma por supuesto está alarmada después de haber visto las noticias sobre el acontecimiento. Se dedicó a prevenir a sus amigos y conocidos porque, según ella, aquí imitan todo lo que pasa “en los países”. Mi cocinera tiene razón en su temor, la droga ha invadido nuestros barrios, así como las maniobras delincuenciales de los deportados formados en las escuelas del crimen del primer mundo. Para disipar su recelo le recordé que este pueblo conoce al “cojo sentado” y que los maestros criollos se “las saben todas”. Me miró por debajo de los espejuelos, como diciendo: ojalá tenga razón.