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Debate

“El día que se debatió sobre la mina de San Juan”

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Edgardo Hernández MejíaSanto Domingo

El cielo nunca se había visto tan intensamente azul y radiante, en San Juan de la Maguana, como lució aquel inolvidable veintisiete de enero.

La totalidad de los alrededores del alto monumento en forma de arco, construido en la entrada del pueblo, fue masivamente ocupado por los airados manifestantes que protestaron por la recomendación del Ministro de Energía y Minas para que el Estado Dominicano conceda a la empresa Gold Quest la explotación del yacimiento minero de Hondo Valle de la Provincia San Juan, en la parte Sur de la Cordillera Central.

El argumento de quienes protestaron entonces fue contundente y persuasivo: elegir entre las opciones de la prosperidad personal de los integrantes de un sector gubernamental, mediante la contratación de la referida empresa minera de capital privado Suizo, Canadiense e Inglés, o la supervivencia de los predios agrícolas sanjuaneros y la preservación de las fuentes de agua de toda la región Sur del país.

El coro ensordecedor de las masas, repetían una y otra vez: “El agua es un tesoro y vale más que el oroÖ Agua sí, oro noÖ La agricultura es comida y el oro es nuestra ruina”. Consignas que llenaron todos los espacios durante las largas horas de aquella mañana de invierno.

El día siguiente, domingo veintiocho, parte de aquellos manifestantes se presentaron a la Taberna “La Cascaraña”, a fin de confrontar a los promotores de la explotación minera, quienes se encontraban reunidos en aquel lugar. Logrando así un debate que puso al descubierto las verdaderas intenciones y propósitos de las personas y sectores empeñados en impulsar el proyecto minero en cuestión.

Desde la caída de la luz del sol abrió sus puertas “La Cascaraña”, famoso lugar de expendio de ron añejo, vino tinto y cerveza rubia, donde el bajo volumen de la música siempre posibilita disfrutar su agradable ambiente.

En el salón más amplio de aquella taberna se destacaban cinco largas mesas sin mantel; siendo ocupada la menos iluminada de ellas por dos funcionarios gubernamentales, tres ingenieros civiles, un técnico minero de nacionalidad española y un ejecutivo bancario.

En torno a las cuatro restantes mesas del gran salón, se fueron sentando de manera espontánea y no planificada, diversos participantes de la ruidosa manifestación popular del día anterior.

Al marcar las manecillas del reloj las nueve y treinta de la noche, se puso de pié uno de los ocupantes de las mesas de los contestatarios que llenaron aquel conocido lugar, quien dijo llamarse Lucas, y se autodefinió como agricultor de los pies a la cabeza, las veinticuatro horas del día. Éste expresó con muy alto tono de voz que indudablemente para poder nacer una élite económica fundada en los recursos derivados de la extracción del oro, se necesitaría deforestar, agotar las aguas y contaminar el ambiente de la zona del Valle de San Juan; con lo cual desaparecería el denominado “granero del Sur”, puesto que se exterminarían los cultivos de sanos frutos que hoy hacen que sean productivas esas tierras.

Al parecer, uno de los ingenieros de la mesa con menos luz interpretó que las palabras pronunciadas por Lucas constituían una provocación. Razón por la que se puso de pié y con tono de voz alto, pero amigable, expuso con firmeza que la empresa Gold Quest practica, a nivel mundial, el sistema de la minería responsable, el cual no permite ocasionar daños a la agricultura ni contaminar las aguas, la tierra ni el medio ambiente. Agregando que las poblaciones donde existen minas, si éstas se explotan, pasan a ser muy desarrolladas y prósperas.

En aquel momento tomó la palabra Tarquino, un dirigente del sector agrario, quien llamó a sus compañeros a ponerse de pie. Éste manifestó que ese gran desarrollo y esa prosperidad que mencionó el ingeniero no serían para beneficio de ellos, sino para la empresa minera extranjera, así como para un sector del gobierno y para una nueva élite económica que surgiría con la desaparición de los pequeños y los medianos productores agrícolas sanjuaneros. Como consecuencia de estas palabras se inició un estruendoso palmoteo y la pronunciación de la muy conocida consigna: “Agua sí, oro noÖ La agricultura es comida y el oro es nuestra ruina”.

Entonces levantó la mano pidiendo hacer uso de la palabra, el joven técnico español, quien cubría su cabeza con una gorra color rojo, alusiva a un equipo de beisbol norteamericano; pero éste condicionó explicar el tema de la explotación minera, desde el punto de vista científico, a que se apaciguaran los ánimos y se observara silencio.

A pesar de que el bullicio del público no cesó completamente, el joven profesional español inició su exposición, asegurando en primer lugar que la empresa Gold Quest no emplearía cianuro ni mercurio en la explotación de la mina de oro de San Juan, por lo que no se contaminarían las aguas de los ríos San Juan y La Guama, y por consiguiente no se afectarían las fuentes acuíferas de la Presa de Sabaneta de aquella región.

Sostuvo el técnico extranjero que la mencionada empresa no utilizaría materiales químicos para la extracción del oro, sino que únicamente usaría aceite, el cual no es contaminante. Añadió que el sistema que se implementaría sería el de la construcción de un túnel vertical, con una profundidad de doscientos metros, aproximadamente, al que se le instalaría un ascensor especial. Concluyendo con la aseveración de que la explotación de oro que harían ellos no sería por medio del sistema denominado “de cielo abierto”, y por tanto no se arruinaría la agricultura, porque los explosivos sólo se aplicarían en la profundidad de los suelos. Además, sostuvo el referido técnico minero, que la empresa extractora de oro no consumiría agua de los ríos ni de los manantiales de la zona, sino agua de lluvia.

Luego de algunos minutos de diálogo anárquico y voces simultáneas, logró la atención de los presentes Don Colombino. Este mediano productor de habichuelas, maíz y arroz, ripostó la afirmación hecha por el técnico extranjero, argumentando que la Academia de Ciencias de la República Dominicana ha sostenido que la explotación de la mina denominada “Romero” sí contaminaría las aguas y el ambiente de toda la región Sur del país, y que de captarse y desviarse en las montañas el agua de lluvia, se mermaría considerablemente el caudal de los ríos de toda aquella región. Finalmente resaltó que el gobierno central engavetó el proyecto de construcción de la necesaria y muy anhelada carretera Cibao-Sur, alegando que para la ejecución de aquella obra se necesitaría talar muchos árboles, lo cual resultaría inaceptable; sin embargo, ahora ese mismo gobierno auspicia y promueve la explotación de la mina de Hondo Valle, con cuya materialización no sólo se talarían muchos árboles, sino que también se agotarían y se contaminarían los principales ríos de esta empobrecida zona.

La intervención de Don Colombino produjo un entusiasmo de tal magnitud, que los aplausos se extendieron durante más de diez minutos.

Ya los comensales de la larga mesa de menos iluminación, empezaban a retirarse de la muy concurrida taberna, cuando uno de los funcionarios del gobierno que se encontraba en el grupo decidió dirigirse al público allí presente. Éste pidió silencio y manifestó con actitud amigable que el sector oficial ya tiene redactado un proyecto de ley que regularía el uso e inversión de los recursos producidos por la minería, para asegurar que éstos se destinen a programas que desarrollen y protejan a las comunidades donde se encuentran ubicados los yacimientos de oro o de cualquier otro metal precioso que se extraiga del subsuelo. Finalizando sus palabras este emisario del oficialismo, dando seguridad a los congregados en aquel lugar, de que se va a terminar la práctica tradicional de nuestro país, de actuar con irresponsabilidad y carencia de justicia con el dinero producto de la extracción de metales, ya que esa manera de actuar afecta la legitimidad y la confianza en los emprendimientos vinculados a la explotación mineraÖ

Cuando este funcionario gubernamental se disponía a abandonar el amplio salón central de “La Cascaraña”, junto a sus acompañantes, un agricultor que dijo ser apellido Checo, pidió al referido promotor de la extracción del oro de San Juan y a los demás ocupantes de la mesa con menor grado de iluminación, que aguardaran unos minutos para que tuvieran oportunidad de escuchar una muy breve lectura que realizaría en alta voz. Checo, inmediatamente el grupo detuvo la marcha, sacó del bolsillo de la camisa que vestía, un recorte de periódico con la noticia de lo declarado sobre la citada explotación minera por el Obispo de San Juan de la Maguana. Bastó con leer el titular alusivo al rechazo de Monseñor Grullón al proyecto minero, para que se produjera una extremada algarabía que se extendió durante varios minutos. Luego el agricultor expresó que la Diócesis de San Juan, por medio de un documento, ha propuesto un plan alternativo de tres puntos, el cual cerraría cualquier posibilidad de concesión minera en aquella región; enfatizando que las sugerencias de la iglesia católica, las que recibieron el respaldo de la Unión de Iglesias Evangélicas, son: el reforzamiento de la agricultura y la ganadería en la zona del Valle de San Juan; también la promoción de San Juan de la Maguana como destino ecoturístico, de gran riqueza boscosa y cultural; así como la implementación de un efectivo programa de reforestación en esta extensa provincia del Suroeste del país.

Todo lo cual, según sostuvo Checo, se podría lograr con el auspicio del gobierno central y con aportaciones provenientes de un porcentaje de los recursos producidos por la central hidroeléctrica de Sabaneta.

De inmediato se reinició con enorme entusiasmo colectivo, la entonación estridente de las consignas: “Agua si, oro noÖ El agua es un tesoro y vale más que el oroÖ La agricultura es comida y el oro es nuestra ruinaÖ Agua sí, oro noÖ”

El bullicio no cesó hasta después de transcurrir alrededor de treinta minutos de la veloz partida del grupo de la mesa de menos luz en “La Cascaraña”. Al calmarse los ánimos en aquel abarrotado lugar, Don Colombino dijo entre dientes: “Si ellos para nacer necesitan la muerte nuestra; nosotros para vivir requerimos que ellos no nazcan”.

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