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FÁBULAS EN ALTA VOZ

¿Con jean sucio o jean limpio?

¿Quién no se ha puesto un jean más de una vez antes de lavarlo? De seguro muchos de nosotros, por no decir la mayoría. Sin embargo, el que este tipo de prenda de vestir aguante varias posturas sin denotar que está sucia, no quiere decir que, en efecto no lo esté. Es simplemente que a veces, por su textura y color no se le ve cuán ajado está. Pues les cuento que así pasa con algunas personas a las que vemos muy ‘alegres’ y bien puestas y que creemos que están viviendo una vida plena cuando en realidad no es así. Y no es que esté comparando un sujeto con un objeto, es sencillamente que casi siempre nos dejamos llevar por la apariencia.

Nadie sabe lo que hay detrás de cada actitud. Te afianzas en los dislates de la vida y dejas pasar por ante tus ojos otros detalles que pudieran dejar bien claro que, aunque te veas de punta en blanco, en el fondo puede que estés como un jean con varias posturas, que se ve muy bien, pero que cuando lo ves de cerca descubres que el sucio en los bordes de los bolsillos y tal vez el olor, muestran algo que de lejos no se puede advertir.

Con suficiente agua, jabón, cloro y detergente alisté un viaje hacia una ciudad fabulosa donde enseñan a la población a lavar primero su jean antes de ver o creer que el del semejante está limpio o sucio. Allí llegué con todas las ganas de aprender a hacer ese oficio que tanto nos cuesta. Observé que después de lucirlo unas cinco veces, el mío seguía viéndose limpio, pero en el fondo yo sabía que no era tanto. Comencé a hacer comparaciones y llegó un momento en que no sabía cuál sí y cuál no lo estaba. Fue entonces cuando noté que la idea de ese lugar fabuloso era enseñar a sus pobladores a no juzgar por lo que ven, sino por lo que descubren cuando se adentran en las cosas. Claro, esto no quiere decir que tienen luz verde para hurgar en la vida de los otros. Es simplemente evitar hacer comentarios sin antes saber cuán limpia o sucia está tu ropa. En aquel lugar tuve el chance de reinvindicarme como persona, de aceptar al otro como es: con jean sucio o limpio. A no dejarme llevar por la apariencia, a no creer que somos indestructibles, a solo saber que la grandeza del hombre está en su humildad y que solo podemos cultivarla cuando nos despojamos de ese traje de grandeza que nos ponemos creyendo que, como a un jean, no se le nota el sucio.

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