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Arte

Jugando con la Luna

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Virginia Goris | Especial para LDSanto Domingo

Jugando con la Luna es una mágica y fantástica exposición de la artista Ana Virginia Berrido de Pérez.

La artista pone en escena sus inquietantes formulaciones sobre el influjo del satélite de la Tierra en nuestras vidas y de manera particular en el sexo femenino, evocándolo en su parición en nueve lunas y el ciclo que pone, mes por mes, la reproducción de la especie humana. Todo eso y más es el espíritu de la muestra, exhibida por el programa APEC Cultural y Casa White.

Ana Virginia retrata también el tema migratorio y sus nostalgias. Muestra a los migrantes implorándole a la luna que los proteja y los acompañe mientras desafían en una desvencijada yola al mar proceloso y turbio que los llevará a tierras extrañas, única vía para salvarse de la ignominia del hombre, de la precariedad de sus vidas espoleadas por el sino de la injusticia terrenal.

Escalar el cielo La artista concibe a su mítico personaje escalando el cielo de azules ultramarinos con una soga, para asir la luna tras un esfuerzo colectivo. Es el único consuelo para que la tierra prometida y soñada se llene de surcos con arrozales, que simboliza su asidero y permanencia a ese lar soñado que le provea de sus sustentos.

Palma y luna, claroscuro y transparencia, texturado y degradación tonal. Tierra y mar y el esfuerzo infinito por vencer las difíciles ignominias de la pobreza. Y la única esperanza es arriar con todas sus fuerza a la luna para que siempre sirva de guía por encima de las dificultades cotidiana. Es un pibote que motiva a sortear el mayor de los retos y alzarse victorioso sobre los escollos impuestos por la vida.

Lo lúdico, la poesía, el encanto del romanticismo se encuentran en la obra de Ana Virginia. La luna llena, espléndida, brillante, plateada, riela sobre un cielo azul en esa imagen paradisiaca. No hay lucha por atrapar la luna. La soga se convierte en un tenue hilo conductual donde se alojan pequeños pajarillos y el personaje central, con sombrero amarillo, ofrece a un ramo de rosas a las encantadas avecillas que absortas contemplan el ejército de hombrecillos. Una idílica visión de una estampa de ensueño.

Para Ana Virginia, en su proceso creativo “hay una conversación muy fluida entre los lienzos que están en curso y yo”

“El resultado -añade la artista- lo voy descubriendo en el camino”.

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