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Rica pasta italiana en Ibiza

En el entorno, como cuadros uno junto al otro, relojes circulares con marco redondo dan la impresión de platones.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

Hoy me apetece comer pasta. En un restaurante italiano, claro está. En diferentes ciudades de España funciona la cadena de restaurantes La Tagliatella. Y mi hijo Alexis, que la noche anterior cenó allí, me lleva hasta el que tienen en la avenida Santa Eulalia Del Río número 15, una amplia vía que corre junto al paseo marítimo de la bellísima ciudad de Ibiza. Ubicado frente al litoral, en la terraza informal de este ‘ristorante-pizzerie, dove mangiare Ë un piacere’ (‘restaurante-pizzería donde comer es un placer’), varias mesas están vestidas con manteles de tela, pero un grupo aparte está apilado hacia una esquina. Entiendo que es por la hora. No hay muchas personas que quieran almorzar en este espacio hacia el cual llegan los rayos del sol. La imagen poco atractiva en un sábado al mediodía contrasta con el interior del local, en cuya entrada resalta de inmediato una pequeña cúpula desde la cual cuelga una lámpara de pantallas rojas y base negra. El techo en madera tallada despliega flores en alto relieve. En el entorno, comparten la ambientación diferentes elementos en madera tallada y las dobles farolas adosadas que son adorno y luminarias.

En esta decoración donde prima la madera, en el espacio destinado al bar integrado a una de las varias estancias en las que está dividido el local, los colgadores de copas y otro mueble donde también se coloca esta pieza de la cristalería están hechos con madera tallada. En una pared lateral, fotos enmarcadas y en otra, una amplia vitrina de cristal y madera exhibe, entre otros elementos, instrumentos musicales. En el entorno, como cuadros uno junto al otro, relojes circulares con marco redondo dan la impresión de platones. La separación entre las tres zonas destinadas a comedores es un muro de madera labrada y láminas de vidrio que permiten mirar de uno a otro lado. Como apliques destacan una vez más lámparas rojas. Resulta raro, eso sí, estar bajo techo teniendo además un voladizo sobre nuestra cabeza. Es un toldo con franjas en varios colores fabricado en un material fuerte, no de lona. Forma parte del bien plantado interiorismo que en el cuarto de damas es también de buen gusto, con un espejo cuyo marco es de madera negra esculpida.

La comida El mozo que nos condujo hasta la mesa, en el espacio elegido por nosotros, pregunta si queremos pan de la casa. ¡Claro! Con cebolla y aceite de oliva y una masa crocante está delicioso. (Este Pane della Tagliatella cuesta 3.10 euros). Le acompaño degustando una copa de vino tinto de la Viña Pomal. (La copa vale 2.85 euros).

En cuanto a las pasta hay una variedad a cuál más apetecible. Al fin y al cabo son, junto a las pizzas, la especialidad de la casa. Son de dos tipos: tradizionale y ripiena. Me inclino por la primera ordenando Maccheroni (macarrones) con salsa Calabrese. (Según la carta, todas las salsas son artesanales. Les creo). En mi caso trae tomate confitado, queso Grana Padano, piñones tostados, cebolla balsámica, ajo y albahaca. Al precio de 14.55 euros, el plato es una buena elección. La porción es generosa. En mi caso, daría para dos personas.

Alexis, en cambio, pide Sorrentino de jamón ibérico y salsa de queso Parmigiano, nueces y queso Gorgonzola. Su plato vale 15.65 euros. No está mal, aunque no satisface del todo las expectativas. Al terminar los platos salados, en vez de postre tomo infusión de manzanilla (1.85 euros) para la mejor digestión.

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