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COSAS DE DIOS

Adalgisa en el periódico

Desconozco la hora en que se levanta, pero presumo que madruga mucho. A las 6:30 de la mañana, de lunes a viernes, la encuentras sentada en un banco del Santísimo, de la Parroquia Jesús Maestro, a la espera de que llegue el sacerdote que va a impartir la misa de esa hora.

Ella nunca se retrasa. En una comunidad muy fiel y constante, integrada por feligreses que no faltan a esa cita, llega entre los primeros con la exactitud de un reloj.

Pero lo más singular no es su presencia invariable en la misa, y que participe en ella como lectora sin usar lentes, valga la acotación, sino lo que ya ha hecho antes de llegar allí.

Adalgisa, así se llama la protagonista de este artículo, ora durante, al menos, una hora antes de pisar la puerta de la iglesia. Calcule usted, entonces, que su despertador debe sonar, por fuerza, antes de las cinco de la mañana. Dado este dato, debo añadir que a la eucaristía llega conduciendo su propio vehículo y vestida con ropa deportiva. En cuanto el sacerdote dice “pueden ir en paz”, se para con el ímpetu de quien tiene mucho que hacer. Y así es. Después de la misa, se ejercita en un parque cercano.

No he husmeado en su agenda aunque, lo que he podido apreciar, indica que no para un segundo. Hasta los fines de semana hace trabajo voluntario. Así la conocí. Imparte los Ejercicios Espirituales, basados en el método de San Ignacio de Loyola, y esto puede significar que permanezca un mes completo, como me contó que ocurrió el pasado octubre, sin que disponga de un domingo libre.

También, dicta talleres sobre discernimiento y acompaña a personas, que quieren crecer en su vida espiritual, después de haber realizado los ejercicios o alguno de sus talleres en los que, les cuento, tiene la carga de ser la única expositora. Y no aburre, no cansa. Al revés, quisieras permanecer escuchándola cuando se despide con un “ya he hablado mucho”, y la voz apenas afectada por el esfuerzo de cuatro o cinco horas hablando de continuo, ¡a los ochenta años! ¿No lo había dicho? Esa es la edad de Adalgisa. Una viuda, madre y abuela, que acude a misa diaria desde 1978 y que hace muchas décadas recibió un llamado de Dios, al que responde aun con la fidelidad y la diligencia de quien empieza a trillar su camino en la fe.

¿No es una historia sorprendente la suya? Por eso, cuando la escuché decir, con orgullo, que nunca ha salido en el periódico, decidí remediar ese detalle. No podemos darnos el lujo de que Adalgisa Reinoso pase por la vida haciendo tanto bien y no registrar su huella.

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