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COSAS DE DIOS

Nos vemos en el juicio

Mi hijo mayor no es un fanático de las canciones cristianas, pero una, en particular, le gusta mucho. La letra me parece ingeniosa. El autor le dice al maligno que no le escuchará que hable con su abogado, a quien describe como el hombre que lo ha vencido por miles de años. A continuación, como ejemplos de sus derrotas, cita pasajes de La Biblia, los milagros de la liberación de José, cuando estuvo en la cárcel, y de Daniel, salvado de un foso.

La parte que más me gusta afirma que cuando todo esto se termine, se refiere a la prueba que es nuestra existencia, y él crea que ha ganado, verán a su defensor bajar de una nube y tomará su mano, o sea, la de cualquiera de nosotros. Y, entonces, desafía al enemigo con la frase “nos vemos en el día del juicio, vete preparando”.

Un aspecto interesante de esta canción es que deja claro quién nos acusa. Muchos creyentes tienen la idea de un Dios que nos señala con el dedo, ante nuestra menor falla. Que anota las faltas al milímetro. Pero es al revés. Quien nos acusa no es Dios. Él nos advierte, alerta, trata de impedir que pequemos, y nos muestra el camino correcto.

Nuestro gran adversario es el mismo que invita a cometer las faltas, tienta y atrae, para después señalarnos y condenarnos.

Imagine un fiscal que les entrega armas de fuego a dos enemigos a quienes instiga para que se maten. Luego, lleva a juicio al vencedor y lo acusa de asesinato. Ese es el papel del maligno, tentar y condenar.

Dentro de sus estrategias se encuentra la de convencernos de que Dios no perdona. De que no tendremos salvación porque nos merecemos lo peor. Y, a muchos, nos convence.

Si cometemos faltas graves, o aunque sean veniales, nos llenamos de culpa. Hasta perdemos la paciencia con nosotros mismos, nos cansamos de equivocarnos tanto. Nos dejamos derrotar por la mentira de que no seremos perdonados. El diablo miente. La verdad es que, aunque cada segundo de vida estamos a prueba, si nos arrepentimos, de corazón, Dios nos perdona. No importa lo que diga el adversario. Como dice la canción, en el juicio final, tendremos un gran defensor que descenderá del cielo en nuestro auxilio, Él conoce su corazón y el mío, se trata de Jesús, nuestro abogado.

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