Galeno

Claudio Galeno (130-200 d. C.) fue un médico griego nacido en Pérgamo (actual Bergama, en Turquía), en el seno de una familia adinerada. Hijo del arquitecto y terrateniente Aeulius Nicon, quien lo educó celosamente con el propósito de hacer de su vástago un filósofo. Se cuenta que su inclinación por la medicina fue impulsada por su progenitor después de soñar una noche con Asclepio (dios de la medicina), quien le predijo el destino de su primogénito. A muy temprana edad, Galeno se interesó por una diversidad de temas (arquitectura, astronomía, agricultura, filosofía, astrología, etc.), hasta el momento en el que se dedicó por completo a la medicina.

Concluyó su profesión en Alejandría, Egipto, la antigua capital de los Ptolomeos y principal centro cultural del Mediterráneo. Allí aprendió la importancia de la investigación anatómica y fisiológica para la medicina, entrando en contacto con la obra de influyentes anatomistas como Herófilo y Erasístrato. El célebre médico Hipócrates de Cos fue su principal referente a lo largo de su carrera.

A raíz de la muerte de su padre, en el año 157, regresó a Pérgamo donde trabajó como médico en la escuela de gladiadores durante aproximadamente tres o cuatro años. Escribió en griego más de 400 textos, ya que en la medicina de la época tenía mayor reputación que el latín. En el año 162 se radicó en Roma y debido a su gran prestigio fue nombrado como el doctor del emperador Marco Aurelio y su corregente Lucio Vero.

El Método Melendi (sobre el arte de la curación) constituye su principal obra. Su notable formación intelectual le permitió analizar a profundidad las distintas escuelas médicas de la época y realizar significativos aportes. Demostró que es el cerebro el órgano encargado de controlar la voz, identificó siete pares de nervios craneales, probó que por las arterias circula sangre y no aire (como pensaban Erasístrato y Herófilo), comprobó las funciones del riñón y de la vejiga, describió las válvulas del corazón. En su tratado sobre el Diagnóstico de los Sueños afirma que éstos pueden ser un reflejo de los padecimientos del cuerpo.