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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Que no sepa la izquierda lo que hace tu derecha

Esta es una cita bíblica que trato de poner en práctica, y que observo que está quedando sepultada en los escombros dejados por los lamentables desastres naturales ocurridos en diversos países en las últimas semanas. Y Mirian se pregunta: ¿Están donando o ‘fantameando’ algunos de los que van en su ayuda? Ella valora mucho el gesto de personas que se solidarizan con los necesitados. Lo que no aplaude es que al tiempo que dan respaldo se van promocionando como héroes al rescate de las víctimas de los fenómenos que han azotado a República Dominicana, Puerto Rico y México. Eso, sí, ella quiere dejar claro que está muy bien invitar a la gente a asistir a un concierto prorecaudación de fondos como lo han hecho muchos artistas, como también dar a conocer los centros de acopio donde se recibe cualquier tipo de ayuda para los damnificados. Lo que castiga es que se suba a las redes sociales cualquier ‘trapito viejo’ que se vaya a dar. Nadie tiene por qué saber qué usted dio y qué no dio. Recoja lo que tiene que recoger y llévelo donde lo necesiten sin la necesidad de mostrarles a los demás que usted está ayudando. “Hay que dar hasta que duela”, decía la Madre Teresa de Calcuta, no hasta que te vean dar, digo yo. Ante el derroche de publicaciones de las donaciones, Mirian decidió ir a una ciudad fabulosa donde la discreción es lo que el necesitado más agradece. Allí quienes quieren ayudar al prójimo lo hacen con clase. No utilizan la tecnología para dejar claro que ayudaron y que se ganaron por ello el favor divino. Están claros en que lo que Dios ve es el desprendimiento del alma no de lo material, y que lo que observa es un mortal solidario, no un ‘influencer’ con miles de seguidores. En aquella ciudad fabulosa se les enseña a los niños sobre la importancia de que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, nunca a alardear de lo que das a quienes lo necesitan. Tienen que saber que de la caridad a la limosna hay solo un paso. Para ayudar al prójimo como manda la ley de Dios, primero hay que tener compasión por uno mismo. Saber hacer para saber ser. Cuando tienes esto claro, entonces no necesitarás de redes sociales para que te proyecten como una persona buena y compasiva. Tus acciones hablarán por ti en momentos de desastres. Es así como se manejan en esa ciudad fabulosa de donde Mirian no quería regresar. Lamentablemente tuvo que hacerlo porque también quiere disculparse con el Señor por juzgar a quienes no solo enteran a la mano izquierda de lo que hace su derecha, sino a todo el vivo que está en contacto con la tecnología.

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