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COSAS DE DIOS

Atravesar las llamas

Todas las mañanas disfruto unas lecturas que concluyen con una reflexión. La de ayer me pareció muy aleccionadora así que decidí compartirla. Se trata de un hombre que tuvo un mal sueño. Estaba atrapado en un incendio. A su alrededor solo había llamas, y el humo lo estaba ahogando. Sentía ya que iba a morir cuando vio la salida del lugar pero esta, igual que el resto del salón, había sido bloqueada por las llamas. Desde detrás de la puerta, el hombre vio una mano que lo animaba a salir, a atravesar el fuego, para que pudiera salvarse. Dijo que, mientras se asfixiaba por el humo, observaba la mano sin reunir el ánimo suficiente para obedecer a sus señales. Sabía que detrás de aquella cortina de llamas estaría el aire fresco, acabaría el calor insoportable y, aunque sufriera algunas quemaduras, podría salvar su vida, pero, aún así, no se animaba a lanzarse contra ella. Aunque pareciera obvio que esa era la decisión a tomar y no hubiese alternativa, dudaba.

El libro que leí dice que esa disyuntiva, arriesgarse o morir, la podemos enfrentar los seres humanos sin que logremos reunir el valor para exponernos a un dolor pasajero, pero que significa salvarnos, en lugar de permanecer allí donde nos falta el aire y la muerte es segura. Lanzarnos contra las llamas es una paradoja que sirve para muchas cosas. Hay tanta situaciones que, a ojos vistas, resultan insostenibles y que, sin embargo, muchas personas toleramos. Maltratos, humillaciones, mentiras, abusos, mezquindades y mediocridad. Todo lo que nos aniquila, nos retrasa, nos asfixia.

Pero escogemos morir por efecto del humo en lugar de que nos queme el calor de las llamas. Parece menos doloroso. Nos falla la fe, que nos garantiza que de aquel lado estará el aire fresco, la brisa suave y la cura para las heridas sufridas en el proceso. Lo que no dice el escrito que leí, pero en lo que estuve pensando, es que cuando de la vida se trata, el incendio se perpetúa mientras permaneces dentro, sin animarte a hacerle caso a la mano que te indica la salida.

Sé que es difícil, dejar el rincón seguro: una manera de actuar que nos hace daño pero que ya es terreno conocido; una relación de pareja, familiar o de amistad que amerita ser reformada o cortada; un trabajo que ya perdió el sentido o un lugar que llegó el momento de abandonar. Es difícil tomar la decisión. Pero, cuando lo haces, podrías sentir un alivio y descubrir que hay dolores que queman más que el fuego.

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