El planeta ruge

Emma solo atina a dar hipidos, la amenaza de María la tiene devastada. Desde que se enteró de la nueva amenaza, solo se queja y reniega, aunque habló con su amigo el astrólogo, este solo aumentó su desolación, al decirle que los pronósticos no eran buenos y que la tierra sufrirá grandes daños.

Cuando se enteró del terremoto en México salió corriendo para la calle con las manos en la cabeza y pidiendo misericordia. No tuve más remedio que pedirle al guardián del condominio que me trajera de vuelta ese manojo de nervios.

Con paciencia le expliqué la enorme distancia que hay entre México y nuestro país, por lo que no hay forma de que suframos ninguna réplica de ese terremoto. Le pedí que se concentrara en la amenaza que tenemos, la que es suficientemente peligrosa, le di una taza de té de tilo y logré que se tranquilizara un poco.

Después puse el televisor para ver el derrotero del huracán; con alivio le enseñé la ruta del ciclón, la que se ha despegado de nuestra isla, Emma suspiró aliviada y se alejó para la cocina, para hablar por teléfono con su amigo el astrólogo.

Le echó en cara que no le hubiera avisado del terremoto ni del huracán, muy indignada le dijo que su fe en sus predicciones se estaba resquebrajando. Solo se tranquilizó cuando el astrólogo se comprometió a hacer una lectura de las estrellas, cuando el ciclón se aleje.