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TEMPORADA CICLÓNICA

Los niños y los huracanes

Miedo, curiosidad, inquietud... ¿cómo explicarles lo que pasa sin que les afecte? La primera recomendación: dígales la verdad y procure mantenerlos calmados.

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Redacción La VidaSanto Domingo

Los desastres naturales suelen afectar más a los niños, a los ancianos y a las personas con algún tipo de discapacidad. Por ello, deben tomarse medidas para que los traumas que estos ocasionan les impacten lo menos posible. En el caso de los niños, para que se sientan seguros antes, durante y después del paso de un desastre natural como un huracán las recomendaciones se inclinan a tomar en cuenta las siguientes consideraciones:

ï Dígales la verdad. “El peor error que cometen los adultos es pensar que ellos no entenderían y ocultar así los sucesos que están pasando”, dice al respecto el doctor Charles Shubin, director de Pediatría del Mercy FamilyCare de Baltimore.

ï Hable con ellos sobre los diferentes tipos de desastres naturales y sobre los daños que puede ocasionar el paso de un huracán por la casa y la comunidad.

ï Sea comprensivo. Recuerde que los niños pueden manifestar de diversas formas la pérdida de sus juguetes y mascotas.

ï Los adultos deben mantener la calma, de lo contrario, será difícil mantener calmados a los niños.

ï Repítales constantemente y en voz alta que todo está bien y que están seguros.

ï Pase más tiempo con ellos a la hora de acostarse, ya que en esos momentos puede aumentar la angustia y sentirse desamparados.

ï Intente mantener las rutinas diarias de los niños tanto como sea posible.

ï Involúcrelos en los planes de rescate, enséñelos a usar el teléfono y los números de emergencia e incentívelos a que colaboren con la comunidad en actividades que vayan acorde a su edad.

ï Los números de emergencia deben colocarse en cada teléfono que haya en la casa.

ï Manténgalos lejos del lodo y asegúrese que no jueguen con algo contaminado por las inundaciones o por el fango.

En casos de traumas ï Los padres pueden reconocer un trauma emocional si el niño no quiere comer, teme a la oscuridad, no puede dormir y llora, se chupa el dedo, se irrita con facilidad, pierde el control de las heces y orina y no quiere quedarse solo o presenta inmovilidad. En estos casos, debe consultar un psicólogo y no reprenderlo.

ï En los adolescentes suelen registrarse otros síntomas como dolor de cabeza, depresión, miedo al tiempo, inseguridad, confusión y dificultad para concentrarse, pobre desempeño en las clases, peleas, aislamiento, agresividad y falta de apetito. Además de la ayuda psicológica que deben procurar, los padres deben hablar mucho con los adolescentes y transmitirles seguridad y cariño. Pueden, además, permitirles participar en las labores de reconstrucción de la comunidad y ayudar a los necesitados, pues de esta forma se sentirán valorados y podrían superar más rápido la tragedia.

ï A los maestros se les recomienda que lo dejen expresarse y hablar sobre lo que sentía durante el paso del huracán, a través de cuentos cortos.

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