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SIN PAÑOS TIBIOS

Educación e impunidad

La educación en República Dominicana tocó fondo. El mecanismo que tiene el potencial de revertir las inequidades estructurales existentes se rompió; la escalera eléctrica que permite escalar de un quintil a otro no funciona y el ascensor social está detenido.

Con relación al desastre, por lo menos existe un consenso generalizado - en todos los niveles, clases y siglas - en torno a las afirmaciones precedentes.

Consuela saber que nadie cree que estamos bien, ya que en psiquiatría el reconocimiento de un problema constituye un requisito indispensable para poder abordarlo e intentar resolverlo; aunque esta vez no basta con eso, pues el problema no es auto originado, todo lo contrario, es consecuencia directa de la acción y omisión de nuestros políticos, particularmente quienes han manejado el Ministerio de Educación (MINERD) desde 2012 a la actualidad, sin excepciones.

Si arbitrariamente menciono esa fecha, no es para absolver de culpas a quienes les precedieron, sino porque a partir de ese año comenzaron a fluir, cual maná del cielo, los recursos del 4% del PIB, poniendo a disposición del ministerio sumas colosales que, lejos de servir para acelerar el proceso de mejora educativa -cuantitativa y cualitativamente- se constituyó en el más preciado botín de todos los gobiernos.

Otra década perdida y US 30,000 millones después, aún no se observan avances, todo lo contrario.

Lo que duele e indigna es que ¡los recursos están ahí!; su tradicional ausencia ya no es una excusa válida; recursos hay – y hasta sobran-, sin embargo… vamos de mal en peor.

En cierta forma, las evaluaciones internacionales, más que medir el mediocre desempeño de nuestros estudiantes, certifican la incapacidad de los políticos responsables de gestionar la educación, pero estos ni se enteran, porque no hay excusas ante tanta incompetencia, complicidad y displicencia. Nos adentramos en el milenio del conocimiento con una población analfabeta liderada por políticos indolentes y soberbios; de seguir por esa vía, el quiebre de la gobernabilidad y de nuestro modelo económico será cuestión de tiempo.

Lejos de hacer un alto y un mea culpa, la actual gestión del MINERD redobla las apuestas de la insensatez y la indolencia; y el último episodio, el de unos libros de textos plagados de errores injustificables - precedidos de un proceso cuestionado y deslegitimado -, lo atestigua.

Esta vez ni siquiera hay excusas sobre la mesa, sino más bien, un rehuir hacia adelante de una responsabilidad que es indelegable, porque se tiene y no se transfiere. La actual gestión del MINERD nos vuelve a fallar, como todas las anteriores; en la “Historia de la Impunidad en la República Dominicana” otra página ha sido escrita y tampoco habrá consecuencias, y esto quedará simplemente como otro impune despilfarro… y por menos de ahí, los franceses tomaron La Bastilla.