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JUEVES SANTO

Primera vez en 528 años que obispos celebran Misa Crismal sin fieles y ni sus sacerdotes

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Ramón UrbáezSanto Domingo RD

Por primera vez, desde que el cristianismo llegó a nuestra isla hace 528 años, los obispos de todas las diócesis del país celebraron la Misa Crismal del Jueves Santo sin la presencia de sus sacerdotes y del pueblo católico, que se mantuvieron, unos confinados en sus respectivas parroquias, y los otros en sus casas, debido a la emergencia por el coronavirus.

Es una tradición en todo el mundo que los obispos celebren esta misa con todos sus sacerdotes en sus respectivas catedrales y, en primer lugar, el Papa que preside esta ceremonia litúrgica con los cardenales de la curia y los sacerdotes de la diócesis de Roma, en las primeras horas de la mañana de cada Jueves Santo.

Los sacerdotes de cada diócesis siguieron desde sus casas la Misa Crismal por televisión y las plataformas de Internet que se han creado en todas las parroquias e instituciones de la iglesia, como nueva forma de continuar las labores pastorales, educativas y de asistencia a los fieles y el pueblo en general.

La misa en la diócesis de La Vega, presidida por el obispo Rafael Rodríguez, fue transmitida por la Voz de María y Radio Santa María, mientras que en Santiago, el arzobispo metropolitano Freddy Bretón, se valió de los servicio de Teleuniverso canal 29, Súper TV canal 55 y su propia plataforma de internet. Por igual la Arquidiócesis de Santo Domingo, transmitió la Misa Crismal, oficiada por el arzobispo Francisco Ozoria, a través de Televida, canal 41, y varias estaciones de radio.

La Misa Crismal, celebrada en la Basílica Nuestra Señora de la Altagracia por el obispo de Higüey, Nicanor Peña Rodríguez, se transmitió a través de la nueva plataforma digital creada por el rector del santuario, reverendo Evaristo Areche. Quien además inició una jornada de oración permanente por el cese del coronavirus.

Los obispos de Barahona, Andrés Romero Cárdenas; de San Juan, José Dolores Grullón; de Baní, Víctor Masalles; de San Pedro de Macorís, Santiago Rodríguez; de San Francisco de Macorís, Fausto Mejía; de Puerto Plata, Julio César Corniel, y Mao Valverde, Diómedes Espinal, celebraron también sin sus feligreses y con apenas con algunos de los sacerdotes que los asisten de la curia episcopal.

El Jueves Santo, día en que Jesús instituyó el Sacramento del Orden sacerdotal, se celebra el día del sacerdote. En la Misa Crismal todos los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales de pobreza, castidad y obediencia.

“Hoy es la fiesta de los sacerdotes. Es el día en que nació nuestro Sacerdocio, el cual es participación del único Sacerdocio de Cristo Mediador”, escribió San Juan Pablo II a los presbíteros con ocasión del Jueves Santo de 1986.

“En este día, los sacerdotes del mundo entero son invitados a concelebrar la Eucaristía con sus obispos y a renovar a su alrededor las promesas de sus compromisos sacerdotales al servicio de Cristo y de su Iglesia”, añadió.

Los sacerdotes tienen la gracia de hacer que Cristo se haga presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad con la consagración del pan y del vino. Así como la de perdonar los pecados. En la iglesia católica se ha mantenido una línea de sucesión jerárquica desde los apóstoles y que se mantiene hasta hoy.

Sólo los obispos pueden ordenar sacerdotes y todos ellos le deben obediencia al Papa, el obispo de Roma, sucesor de Pedro y vicario de Cristo. La vida del sacerdote no es fácil. Tiene que dejar el hogar de sus padres y privarse de tener una familia propia. Educan y forman a miles de fieles, que muchas veces terminan haciendo lo contrario a sus consejos.

Ordinariamente, esta misa se celebra en la catedral de cada diócesis; pero, por razones de conveniencia pastoral, se puede adelantar a uno de los días de la Semana Santa. Haberla fijado el Jueves Santo no se debe al hecho de que ese sea el día de la institución de la eucaristía.

Se trata de una razón práctica: poder disponer de los santos óleos, sobre todo del óleo de los catecúmenos y del Santo Crisma, para la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana durante la Vigilia Pascual, que se celebra la noche del Sábado Santo.

La Misa Crismal es la celebración en la que se consagra el Santo Crisma (de aquí el nombre de misa crismal) y bendice además los restantes óleos o aceites (para los enfermos y los que se van a bautizar).

La palabra crisma proviene de latín chrisma, que significa unción. El crisma es la materia sacramental con la cual son ungidos los nuevos bautizados, son signados los que reciben la confirmación y son ordenados los obispos y sacerdotes, entre otras funciones. La consagración del crisma y la bendición de los otros dos aceites es considerada como una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo.