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¿De qué hablan los que van en el Metro?

EL TEMA DEL DÍA FUE LA TRAGEDIA DE ANNERIS PEÑA PÉREZ, ASESINADA EL 14 DE JUNIO

El Metro de Santo Domingo es una especie de escenario donde se comentan las noticias más trascendentales; se generan debates, controversias y hasta sugerencias extremas. Hay quienes cuentan sus vidas, con triunfos y fracasos incluidos.

Si se tratara de un programa de televisión, los espectadores “obligados” alcanzarían los 270,000, que es la cantidad aproximada que transporta el ferrocarril diariamente.

El asesinato de la empleada de joyería Anneris Peña, a manos del imputado Henry Daniel Lorenzo Ortiz, quien dos horas después fue a una tienda a comprar ropa y zapatos, fue el tema de conversación en distintas rutas y vagones, en un recorrido de poco más de una hora en las dos líneas del Metro con sus 16 estaciones.

A las 8:00 de la mañana, se detiene el tren en la estación Juan Bosch, en la intersección 27 de Febrero con Máximo Gómez, en dirección norte-sur. Al abrir la puerta se escuchó la expresión: “Estúpido... se desgració su vida y la de esa pobre muchacha, dizque para comprar tenis. ¡Dios mío, a dónde vamos a llegar!”.

Una usuaria que le quedaba al lado asentía con la cabeza, respaldando al clamor del “orador” que, con su voz fuerte, fue escuchado por todos los que ocupaban ese espacio. El tren iba lleno en su ruta al Centro de los Héroes y a las universidades que quedan en el trayecto.

Al escucharlo, otros casi susurraban sobre el hecho, mientras que unos callaban y estaban pendientes a sus teléfonos celulares o enfocaban su mirada hacia él.

Esto sin enumerar a los religiosos que distribuyen tratados y predican el evangelio. En este recorrido no hubo prédicas, solo textos.

Esta característica de conversadores, que denota en muchos dominicanos, no es habitual en los ferrocarriles de otros países, que pese a transportar una mayor cantidad de pasajeros, las personas no socializan, en cambio leen libros (como en Medellín, Colombia), o simplemente ignoran a quienes están a su lado, para no molestar con sus acciones (como ocurre con frecuencia en el metro de Nueva York).

El que no trabaja roba “A trabajar, que el que no trabaja roba”, fue otro tema de conversación, pero que terminó tratando la tragedia de Anneris. La expresión fue de don Mariano Figuereo, quien abordaba el tren en la estación Juan Pablo Duarte en la conexión de la Línea I y II, para continuar su ruta a la autopista Duarte, en su viaje desde Villa Mella.

Ya se aproximaban las 9:00 de la mañana, Figuereo se refirió a un vendedor de pan de coco y masita que se trasladaba con su mercancía al lugar donde tiene más de 20 años distribuyendo el producto que él mismo elabora con la ayuda de uno de sus hijos y su esposa, en la Caja del Seguro Social.

“Asimismo es, yo también soy vendedor, pero de pasteles en hoja en Villa Mella. Siempre he puesto a mis hijos a trabajar para que no hagan lo mal hecho, como ese que mató a la muchacha de la joyería”, expresó.

Don Mariano siguió contando su historia en el tren, lo que hizo que un militar que estaba a su lado se sumara a la conversación y dijo que si a los hijos no se les enseña a trabajar, quieren la vida fácil y acaban con la familia. “Somos los padres que tenemos que practicar con el ejemplo para que no haya tanta delincuencia, tantos atracos y tanta corrupción”, comentó en alta voz.

Don Mariano después de captar la atención de los que iban en el vagón, dijo que él también trabaja en una finca de cacao en Monte Plata y que lleva a uno de sus hijos cuando hay cosecha, porque el mayor se dedica a sus estudios en la universidad y trabaja en un banco. Ese tema debatido en poco tiempo, y de repente se escuchó la voz de una persona que estaba sentada al extremo que dijo “y dichoso que fue el asesino ese que no lo mataron”.

Otros temas Es notorio que aunque los temas no estén dirigidos a una persona en específico, porque usualmente no son personas conocidas, los usuarios se van sumando a las conversaciones.

Un caso que llamó la atención, fue el de una señora que estaba conversando por teléfono y decía que dejó su carro en casa. Cuando la dama colgó la llamada, un pasajero le responde: “Asimismo, siga usando el Metro y deje ese carro que la gasolina está cara”, ella no hizo reproche y le explicó por qué había dejado su vehículo. Otra conversación, larga, fue la de una joven contándole a otra que tuvo una disputa en la que resultó gananciosa, por todo lo que le hizo a su contrincante. Estas también conversaban en alta voz, mientras otros solo observaban.

Controversia Durante el recorrido en las dos líneas del Metro, cuando se abordaba el asesinato de Anneris, había quienes pedían que se aplique la ley y otros que clamaban por tortura para el homicida. Esto era reprochado por algunos, opuestos a métodos de barbaries superados ya, y otros que descargaban su ira proponiendo sus ideas de castigos.

(+) LAS VÍCTIMAS DE ASALTOS

A las 9:30 de la mañana, hay otra ruta. Es la de la línea 2partiendo desde la estación Eduardo Brito. En esta estación, ubicada en la avenida Padre Castellanos (la 17), se montaron dos mujeres hablando de que a una conocida la habían atracado. El tema despertó la inquietud de un muchacho que preguntó: ¿Dónde y cómo ocurrió? Este no las conocía, pero recientemente había sido víctima de un asalto. “Fue en Alma Rosa, pero gracias a Dios que no le hicieron nada, aunque le robaron la cartera”, respondió una de las damas.

El inquieto joven, de tez clara y uniforme de trabajo, responde: “A mí también me atracaron por mi casa, y gracias a Dios pude salir bien, porque después que me robaron me dijeron que corriera y no me parara y así lo hice”. Su rostro de preocupación era notorio y exclamó: “Las pobres mujeres son las más perjudicadas con los asaltos, como los policías que andan en motocicletas, sí, a esos los atracan y hasta los matan para quitarle el arma”, expresaba.

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