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CONFERENCIA

El Estado, la identidad y la seguridad

Poder Judicial. El presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial, Mariano Germán Mejía, planteó que la identidad nacional es la resultante de la suma de las características de nuestro Estado, su territorio y su componente humano y el respeto por los símbolos patrios.

Poder Judicial. El presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial, Mariano Germán Mejía, planteó que la identidad nacional es la resultante de la suma de las características de nuestro Estado, su territorio y su componente humano y el respeto por los símbolos patrios.

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Mariano Germán MejíaSanto Domingo

Los seres humanos se desarrollan como resultado de la lucha por satisfacer sus necesidades, en sus diversas manifestaciones, naturaleza y grados. El economista francés, Henry Guitton, dijo al respecto: “Desarrollar a un pueblo es hacerle sentir necesidades”.

Conservar la vida y garantizarse un patrimonio son necesidades primarias del hombre. Vivir en libertad y tener garantizada la seguridad son necesidades complementarias para el ser humano. Es en la búsqueda de satisfacer sus necesidades que el hombre crea su identidad.

Acercándonos al concepto, permítanos decir que la identidad es un conjunto de valores o cualidades por las cuales un ser humano es una individualidad y no es otra, cualidades que se alcanzan en la lucha por la vida, por el patrimonio, por la libertad, por la seguridad, por una mejor vida, por una buena familia, por un ideal político, por una religión, etc.

A continuación, nos referiremos a las más importantes modalidades que adopta nuestra cultura general.

A saber: la Identidad Política, la Identidad Nacional, Identidad social, la Identidad Familiar e Identidad Civil, la personalidad y su registro.

Identidad política La identidad política está vinculada a la naturaleza del Estado que cada nación tiene. La aprobación de una Constitución es una expresión de que una identidad política se ha alcanzado. Nosotros la tenemos desde 1844 y la hemos mantenido.

Nuestra actual Constitución la recoge al garantizar un Estado con unas características propias, idiosincráticas y permanentes.

La democracia identifica nuestra identidad política y: a. Para garantizarla el Estado facilita los partidos políticos (Art.

216) y los órganos electorales (Art.

211): Junta Central Electoral (Art.

212, 213), el Tribunal Superior Electoral (Art. 214, 215).

b. Para garantizar las normas básicas para la convivencia social, el Estado cuenta con el Poder Legislativo, (Art. 26 a 121); el Poder Ejecutivo (Art. 122 a 133) y sus diferentes ministerios (Art. 134 a 140) y los organismos autónomos y descentralizados (Art. 141).

c. Para garantizar la administración de justicia y formular e implementar la política criminal del Estado, dirigir la investigación penal y ejercer la acción pública el Estado cuenta con el Poder Judicial (Art. 149 a 168), y el ministerio público, (Art. 169 a 177).

d. Para garantizar la supremacía de la Constitución, la defensa del orden constitucional y la protección de los derechos fundamentales, el Estado cuenta con el Tribunal Constitucional (Art. 184 a 189).

e. Para contribuir a salvaguardar los derechos fundamentales, los intereses colectivos y difusos, el Estado cuenta con el Defensor del pueblo, (Art. 192).

Identidad nacional Nuestra identidad nacional es la resultante de la suma de las características de nuestro Estado, su territorio y su componente humano y el respeto por los símbolos patrios. Para impedir y sancionar los ultrajes a los símbolos patrios (el Himno (Art. 33); el Lema Nacional (Art. 34); los días de Fiesta Nacional (Art. 35), el Estado cuenta con reglamentación al respecto (Art. 36).

En defensa de nuestra soberanía y nuestra nacionalidad hay consenso de nuestros órganos institucionales, representados por el Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional.

Identidad social Con el concepto “identidad social” designamos las características de las acciones del hombre y de la mujer frente a sus semejantes; medio ambiente; problemas educativos y de salud; relaciones con los hombres y mujeres de otras regiones, países, continentes; hábitos alimenticios; bebidas alcohólicas y afines; música, entre otras.

Con el paso del tiempo el dominicano fue configurando un conjunto lingu¨.stico representado por nombres tradicionales, que inicialmente, al igual que los apellidos eran relativamente pocos. Por ejemplo: José, Francisco, Antonio, Marcos, Jaime, Pedro, Juan, etc., y por unos apellidos provenientes de las familias principales que originalmente nos poblaron. Así era fácil retener los nombres y los apellidos de nuestro componente social.

En los últimos tiempos, eso ha ido cambiando y ha cambiado velozmente.

Hoy día los jóvenes llevan nombres como: Delvin, Daylin, Dauris, Osmarlin, Hailin, Janely, Ironelis, Analdis, Yanibeth, Rauli, Mioti, Yerelis, Euromar, Mariolinda, Jhosel Jean, Esquel, Romelbis, etc.

Me pregunto, como dominicano tradicional, ¿cómo retendremos esos nombres que van ocupando nuestro espacio? De continuar este trayecto, ¿hacia dónde va la identidad de nuestros hombres y mujeres?

Identidad familiar Siendo la familia la célula primaria de toda sociedad, la Constitución la reconoce y le reconoce una serie de atributos.

Giran alrededor de ella: el matrimonio, el divorcio, el nacimiento, la muerte, la adopción, el machismo, el feminismo, la menoridad, el envejecimiento, etc.

En base a la concepción de la familia se han creado tribunales especiales, se han fijado procedimientos y determinado competencias jurisdiccionales. Es la familia la primera interesada en la identidad de sus miembros, por lo que son éstos los autorizados a declarar los actos importantes: el nacimiento, el matrimonio, el divorcio, la adopción, el cambio de nacionalidad, la muerte; por lo que en consecuencia, es la familia la responsable de garantizar la certeza de la identidad y los registros civiles.

Identidad personal Todas las personas son y somos seres únicos e irrepetibles, con derechos y obligaciones; seres humanos con características que les hacen y nos hacen ser todos distintos, pero pasando, como totalidad, a definir la identidad de la Nación.

En el caso de República Dominicana, la nación dominicana, como suma de quienes la componemos.

Cada uno con una personalidad distinta e irrepetible.

En efecto, la Constitución reconoce el derecho a la personalidad y a la inscripción gratuita en los registros civiles o en los libros de extranjería, según la nacionalidad.

Toda persona tiene un conjunto de atributos, los cuales son recogidos por registros civiles distintos, según su naturaleza. En la lucha por construirlos o por mantenerlos, cada persona contribuye con la construcción de la identidad civil.

Los registros civiles como garantía de la identidad personal El registro de los actos más importantes del ser humano ha sido una preocupación universal. Lo es para cada persona que quiere una identidad propia e inconfundible.

Lo es para la familia que quiere identificar a sus miembros y distinguirlos de los demás seres humanos.

Lo es para la sociedad que quiere saber quiénes son sus componentes y cómo poder identificarlos y controlarlos, para evitar el caos.

Son las razones expuestas, las que han llevado al Estado a crear los diferentes órganos de registro de las personas y sus atributos básicos.

Es interés del Estado, saber quién es cada quién, pues este conocimiento es el punto de partida de la seguridad jurídica de los negocios y del Estado, en su lucha contra la criminalidad.

Sólo identificando a cada quien con un documento público, con fe, en principio, indiscutible y creíble, como la cédula de identidad y electoral, puede confiarse en los documentos en que participan las personas y las autoridades; y pueden llevarse a cabo, con cierto nivel de seguridad las participaciones en los procesos electorales.

Sólo con inscripciones controladas y fiables de los actos civiles en el momento pautado se garantizan la fidelidad de los actos civiles subsiguientes.

Controlando la declaración de nacimientos controla una expedición correcta de la cédula de identidad y electoral y la celebración de los actos para los cuales ella es exigida.

Sólo con control riguroso de los cambios de identidad (cambio y añadidura de nombre, cambio por adopción, divorcio, cambio de nacionalidad, reconocimientos, legitimación, rectificaciones de actas del Estado Civil) se garantizan las declaraciones originales.

Garantizando las correctas inscripciones se garantizan la identidad familiar y los vínculos familiares que dan satisfacción a los seres humanos.

Para garantizar la identidad nacional se registra la nacionalidad, en tanto que, para el registro de la naturalización y la entrada de los extranjeros al país participan el Ministerio de Interior y Policía, la Dirección General de Migración y la Junta Central Electoral.

En conclusión Así como la miel es el fruto del trabajo de las abejas sobre las flores; la identidad debe ser el fruto del trabajo de las instituciones recogido en los registros públicos.

La lucha por lo auténtico nunca pasa de moda; por lo que la lucha por la luz, como la lucha por la identidad, nunca acabará, siempre estará inconclusa, como las reformas. Viviremos para construirla y conservarla en un proceso que no tiene fin, porque si lo descontinúa desaparece, como el silencio, que si menciona su nombre se rompe.

El hombre como ser vivo, se define por su identidad. Por lo que, es difícil priorizar, sin duda razonable, cuál es más importante entre el hombre mismo y su identidad. Parecería ser como la respuesta de Jaimito a su profesor.

Jaimito le dice a su profesor: Profesor, estoy sumamente preocupado, no sé escribir el número “33”. El profesor le dice a Jaimito: Jaimito, ¿Cómo es que tú no sabes escribir el número 33? Yo te enseñé que son dos números 3 y Jaimito le dice al profesor: Profesor, es verdad, pero usted no me dijo cuál de los dos “3” va primero.

Si ustedes me identifican cuál de los dos números “3” va primero, yo podría entonces identificarles cuál es más importante, entre el hombre y su identidad.

EL AUTOR ES PRESIDENTE DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA Y DEL CONSEJO DEL PODER JUDICIAL.

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