Estaba suspendida y bajo tratamiento siquiátrico la maestra que se suicidó

María Rosalba Ureña Arias, la profesora de 46 años que se suicidó ayer de un disparo en el tórax, lloraba con frecuencia, según parientes.

“Mi hermana estaba muy deprimida, tenía 12 años laborando como profesora del liceo de Canabacoa, de El Puñal, pero entró en un estado depresivo y el psiquiatra que la atendía recomendó una licencia médica hasta que mejorará su ánimo”, dijo al Listín Diario su hermana Yesenia del Carmen Ureña Arias, quien junto a su madre Estela Arias acudieron al cementerio de Licey Al Medio donde fue sepultada su pariente.

Agregó que el arma con la que su hermana se suicidó estaba en una gaveta de potente seguridad, por lo que no se explican cómo logró abrirla.

Asimismo, manifestó que la maestra estaba en proceso de pensión y pese a la licencia médica que tenía y su estado de salud, en el Distrito Escolar donde está el liceo, se le advirtió que si no retornaba a clases no cobraría.

Declaró que su hermana presentó certificados y documentaciones médicas que avalaban su licencia y pensión, pero que en mayo la separaron de Educación sin disfrute de sueldo, por lo que su situación de salud se agravó.

La víctima hizo varias diligencias para que la reingresaran a su labor de educadora, pero no tuvo éxito.

Sus compañeros de labores, los padres de los alumnos y los estudiantes dijeron que era una buena profesora y no entienden porque la separaron de la nómina de Educación, ya que ella cumplía con su labor y no cometió faltas.

Este miércoles los restos fueron sepultados en el cementerio municipal de Licey Al Medio, luego de ser velados en la funeraria, donde se ofició una misa de cuerpo presente.

Su padre Camilo Antonio Ureña dijo que la muerte de su hija lo ha entristecido mucho. “No esperaba que la vida de mi hija terminaría de esa manera, yo vivo en Las Palomas, pero me fueron a buscar para darme ese triste noticia”, se quejó.

Ureña reconoció que su hija tenía problemas de salud mental, pero jamás pensó que se suicidaría, porque estaba en mano de un psiquiatra que la estaba ayudando mucho.

Vecinos y conocidos con la víctima manifestaron que ella casi no conversaba y que era muy tranquila.