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Interpretando la Independencia

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Homero Luis Lajara Soláwww.homerolajara.net

“No se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría”. -Jean Cocteau-

Febrero es para todos los dominicanos un mes glorioso, pues con su llegada rememoramos la emblemática fecha del aniversario de la Independencia Nacional, hito histórico que aún 173 años después de su materialización, nos permite percibir con orgullo infinito esa brillante estela libertadora de áureo polvo sideral, que resalta triunfal después de haber sido esta parte de la isla colonia española (1492-1795), y luego francesa (1795-1808), volviendo de nuevo a ser colonia española (1809-1822).

Nuestra historia nos recuerda que los vecinos del Oeste nos invadieron de manera constante. Las primeras intentonas haitianas fueron con Toussaint (1801) y Dessalines (1805), consumándolas en el interregno de 1822 al 1844, con Boyer, Charles Herard y Pierrot, con embestidas prolongadas, tratando de invadirnos de nuevo, desde el mismo momento en que se iniciaron los aprestos independentistas el mismo año de 1844, continuando en 1845; y en su ciclo final (1849-1856), con la tenaz persecución de Soulouque, último gobernante haitiano que usó la fuerza militar contra nuestro país , pues a partir de ahí, aunque sus intentos de invasión no han usado medios militares, cambiaron la estrategia mediante el uso de certeros ataques a través de su ladina y sinuosa vía diplomática, con la colaboración de refuerzos locales y foráneos.

Hoy, es necesario recordar que en esa épica gesta surgió el genio político y estratégico del general Juan Pablo Duarte y Díez, y las espadas libertadoras de guerreros como Santana (antes de fusilar próceres y ejecutar su aviesa estrategia anexionista), Antonio Duvergé, y otros grandes dominicanos que le hicieron morder el polvo de la derrota a las hordas invasoras del Oeste.

Igualmente ocurrió con los combates de los restauradores (1861-1865) con el sable de Luperón a la cabeza, en contra de los españoles, la primera invasión militar norteamericana (1916-1924), y también a raíz de las incursiones de esa misma nación en los planos diplomático/ militar durante los acontecimientos del año 1965, y las consiguientes luchas en la trinchera del honor para rescatar la bandera nacional y la constitucionalidad mancillada.

Al analizar las luchas independentistas de los dominicanos, bajo el catalejo del rigor histórico, algunos se han preguntado qué en realidad significa ese sagrado concepto de independencia. Si nos remontamos a sus orígenes, algunos estudiosos la definen como un concepto político que surgió, precisamente de un pueblo con una idiosincrasia muy diferente al que nos oprimía, donde ellos, en un accionar contradictorio a sus principios, hicieron lo mismo que les indujo con fervor a separarse del yugo opresor y colonialista que los subyugaba: Invadirnos.

Por ello, hago mención a la inspiración de libertad que significó la declaración de Independencia de los EE.UU en 1776, en reacción al colonialismo europeo. A este magno acontecimiento histórico le siguió otro hecho trascendental, la Revolución haitiana (1791-1804), y su consecuente independencia en el 1804. Estos acontecimientos han hecho del principio de la no intervención y el derecho de autodeterminación de los pueblos grandes paradigmas, acordes con la filosofía de libertad, aunque sus mismos promotores a veces los violen.

El independentismo, en su acepción presente, se basa en que el territorio que se quiere independizar ha sido una nación, conectándola a su historia, cultura y lengua propia, teniendo en cuenta que jamás se lograría el desarrollo social, económico y cultural mientras persista el dominio invasor en el suelo deshonrado por la invasión.

Sobre la definición de Independencia, llevada a la realidad dominicana, considero que la misma, para ser real, requiere de varias plataformas , como lo demanda la necesidad de cada dominicano de elegir la profesión u oficio por su vocación, y no por necesidad, como es la triste realidad de que una gran parte de nuestros nacionales tienen que echar a un lado sus talentos , para dedicarse a labores no afines con sus vocaciones, para así poder tener acceso a la alimentación , educación y al ascenso social, por lo que muchos eligen profesiones como forma de vida , sobre la base de frustraciones y falta de motivación . Esa es una de las causas de las debilidades institucionales que desvirtúan a veces los cimientos del concepto de carreras/ profesiones que por su esencia deben ser honorables.

Es algo similar a las inclinaciones individuales a favor de determinado partido político o candidato, cuando se vota por ellos por presiones o por instinto de supervivencia. Esas actitudes hacen que no siempre los ciudadanos elijan al mejor, sino al que más conviene a intereses alejados del bien común, que, a mediano y largo plazo, “ termina afectando a todos”.

Esas debilidades en países pobres como el nuestro, sin estructuras sociales, legales, políticas y educativas sólidas, explican en parte el hecho de que seamos de los primeros países en la lista de los corruptos en Latinoamérica y los últimos en educación.

Antes, la inspiración de todo joven eran las gestas épicas que nos legaron una Patria libre e independiente, el honor, la dignidad, la cultura cívica, el respeto y amor al trabajo honrado inculcados en el hogar, y ufanarse de haber leído “Los Clásicos” a temprana edad; ahora, como consecuencia de las distorsiones, muchos se inclinan por lo que se ve, el dinero y los bienes exteriores en todas sus manifestaciones.

Por esta y muchas otras razones, entiendo que esta fecha es propicia para dar de nuevo la alarma, en el sentido de que por la falta de oportunidades de progreso, existe una preocupante migración de los pueblos fronterizos a las grandes ciudades, creando un espantoso caos por la construcción desproporcionada de “viviendas” de manera horizontal en los barrios periféricos de las grandes ciudades, constituyendo un anacronismo urbano con su secuela de falta de sanidad y educación , delincuencia y caos en el tránsito de vehículos de motor, con la incursión de las temibles “guaguas voladoras”, motoconchos y muchos males más.

Al escuchar al senador Dionis Sánchez , decir que esa estampida a las ciudades ha creado un peligroso escenario en Pedernales, donde el 70% de los pobladores de esas provincias fronterizas son haitianos, depredadores de los bosques, y algo peor, sembradores de su cultura, donde sus prolíficas mujeres tienen sus hijos en tierra dominicana, me pregunto: ¿Qué pasará en pocos años, si no se aplica, con la severidad de un sensor romano, la sentencia No. 168-13, del Honorable Tribunal Constitucional y los decretos presidenciales emitidos para tales fines, con el fin de evitar la balcanización de la República Dominicana?.

Visto el actual escenario, quisiera hoy rememorar la sangre derramada en los ubérrimos campos de nuestro suelo patrio , pletórica de valor y sacrificio, para que celebremos con júbilo y orgullo nuestra libertad, y a esos que le temen hasta a aquello que lo puede salvar, y que no se atreven a expresar lo que piensan por temor a que “Johnny Abbes” y su temido servicio de inteligencia militar (SIM), se aparezca en sus carros “cepillos” y los apresen; recordarles que esa tétrica figura del pasado ya no se encuentra en la tierra desde hace años, y que como me decía mi progenitor: “Los temores son como los fantasmas, cuando los enfrentas con responsabilidad, cada vez que te les vas acercando, gradualmente van perdiendo su efecto intimidador”.

Es por esto, que el que esté violando las leyes, desfalcando el erario, asesinando, sobornando y chantajeando, como si tuviera patente de corso, después de cumplirse el debido proceso legal, sin presiones ni influencias mediáticas, sin vacas sagradas ni culpables favoritos, debe ir a la cárcel; pero el que es institucional, respetuoso y no se sale del marco legal, no tiene razones para ser incondicional de nadie, temer y dejar de tener independencia de criterio, ni mucho menos dejar de ejercer los derechos fundamentales consagrados en la Carta Magna.

Entonces, exhortamos que en este 173 Aniversario de la onda expansiva del trabucazo de Mella y de la Independencia Nacional, efeméride regocijante que nos recuerda la rotura de las cadenas del yugo opresor haitiano, vamos todos a sacar en este “Mes de la Patria” , nuestra Bandera Nacional al aire, para flamearla con orgullo , y que los dominicanos interpretemos correctamente y con libre albedrío el sentido integral de la palabra Independencia, lo cual nos orientará en la planificación estratégica adecuada para que con nuestras acciones individuales, honremos cada día a Duarte y a los demás prohombres que nos legaron una Patria libre, independiente y soberana, bajo el lema sagrado e inmortal de: ¡Dios Patria y Libertad¡

¡Viva la República Dominicana, per omnia saecula saeculorum !

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