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“Malos padres”, buena comedia dominicana

Malos Padres

Malos Padres

La chercha gusta. Cansa cuando se abusa de ella. Su abuso puede conllevar al choteo, a la desconsideración y a la falta de respeto. Siempre he criticado a la mal llamada “comedia dominicana” por ese afán de recurrir a la chercha en busca de audiencias. Me apena un país que se proyecta al mundo con un cine lleno de personajes superficiales, en el peor sentido de la palabra.

Ese cine nacional me recuerda aquellos tips de la otrora mal llamada “Edad de Oro” del cine mexicano cuando reinaban “dioses” devenidos en políticos en busca de guiones mal escritos, mariachis, rancheras, melodramas, balazos, rumberas y tonterías destinadas al simple consumo. Eran obras superficiales, más bien rompecorazones que servían de ungüento contra los males que por entonces agobiaban al hermano país. Y afianzaron una personalidad actoral en los corrillos de la farándula. Pero todo cambió a partir de la consolidación de Mario Moreno (Cantinflas). El cine de humor mexicano pudo transformar el ego de aquellos semidioses en una nueva propuesta, muy cercana a la identidad nacional. Los guiones de esas películas aztecas donde el pequeño cirquero de pantalones ajustados por debajo de la cintura era rey y amo del discurso cinematográfico, quedaron insertadas en la historia. Las otras no. Si acaso, solo se recuerdan nombres a vuela pluma.

Lo contrario sucede con la comedia dominicana donde sus guiones no acaban de cuajar, sus protagonistas se vuelven mercancías que repiten bocadillos mediocres, escenas de poca monta y chercas propias de la mala televisión. Lamento ese tipo de comedias y, en ese sentido, no valoro “el producto nacional”. Hay excepciones, y una de ellas puede ser la comedia “Malos padres” de José Ramón Alamá cuyos protagonistas, Fausto Mata, Frank Perozo, Alexis Díaz de Villegas (Cuba) y Pio La Ditingancia escapan del entredicho populachero para crear personajes que saben la importancia del cambio de color y se resisten a la complicidad de guiones planos, superficiales y rampones, escritos “para toda la familia”.

En“Malos padres” el guion lo es todo. Pero además, la cinta sigue creciendo gracias a su esmerada fotografía a la exactitud de sus encuadres, a la prestancia de los planos, al movimiento de la cámara, a la bien ubicada banda sonora, ambientación y demás recursos técnicos. No estamos en presencia de otra chapucería, sino de una forma cultural de presentarnos ante el mundo como lo que somos: un país donde la comedia impera. O mejor dicho, la buena comedia. El dominicano disfrutará el buen humor con esta historia de antihéroes que diverte. La compañía Bou Grup sabe hacer cine.

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