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Literatura

Rostro y sombra, de Víctor Escarramán

Claro, ameno, histórico y emocionante, es el lenguaje de la nueva novela de Víctor Escarramán.

El drama inicia narrando la amarga relación que tenía Trinidad con su esposo Francisco, quien repugnaba el homosexualismo. Su única hija, a quien el padre no amaba puesto que deseaba un varón, había venido con un problema de la naturaleza, era hermafrodita. Ciertamente su madre había logrado, con la ayuda de la nana, ocultar aquel atropello de su iracundo y borracho esposo.

Sin embargo, la desdicha llegó al hogar después que Francisco, bien pasado de alcohol, arrojara la cuna de la pequeña por la ventana y tras el accidente se diera cuenta del hermafrodismo de su hija. Pasado este percance le quitó la vida a su mujer, a la nana y se suicidó, Fernanda con apenas cinco años quedó huérfana.

Sin dudas que Escarramán supo como atrapar al lector, pues de manera precisa y ágil ambienta cada escena permitiendo que la imaginación se encargue de agregar los efectos, objetos y emociones que están ya escritas.

Luego de esta introducción lleva a todos hasta el convento de las Hermanas de la Caridad. Es allí donde recibieron a la huérfana. Ella no era la única que tenía algo fuera de lo normal para encontrarse rodeada de ‘religiosas y mujeres santas’, pues otros padres habían llevado a sus hijas con la esperanza de rescatarlas de los malos caminos que estas estaban por tomar.

La obra no tiene desperdicios. En 280 páginas el escritor narra no solo el tema del hermafrodismo, sino también ciertas problemáticas como el alcoholismo y el cigarrillo en los adolescentes, que si bien eran de familias importantes, pasaban por situaciones idénticas a los nacidos con menos comodidades.

Bien se refiere Juan Martínez Luque sobre el escrito, al destacar que el estilo de Escarramán es ingenioso al permitir saborear en cada página, cierto grado de suspenso, trazos y conjeturas, que sitúan a la obra en un buen estándar literario.

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