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JOEÍTO MATEO

Reflexiones ante “El Rey”

Acto. La despedida de Joseíto Mateo

Acto. La despedida de Joseíto Mateo

En los últimos tiempos las personas de connotación nacional, sobre todo la artística y política, cuando alguien muere van a la funeraria a exponerse a una pasarela televisiva. Buscan cámara, firman y se van, todo un capítulo de actuación y simulación.

Ese adiós cargado de sentimiento, solidaridad y respeto en el cementerio para ellos no existe.

Joseíto Mateo fue el último corazón puro, cargado de amor, sentimiento, pasión… Amó y sentía adoración por el merengue como expresión folklórica cultural por encima del dinero.

Incapaz de pensar en cobrar por actuar en homenaje o reconocimiento a un compañero, a algún evento que fuera a favor de la patria o alguna institución cultural o social.

Su eterno amor por el merengue estaba por encima de todo.

En su último reconocimiento me indigné por dos razones: por no haberlo llevado al Teatro Nacional en un franco irrespeto y por enterarme que, sin excepción, el Ministerio de Cultura le pagó a los cantantes de merengue por ser parte del homenaje y cantarle una canción.

Oh Dios, se me hierve la sangre de coraje. ¿Qué nos pasa? ¿Qué sociedad es esta? ¿Qué generación de mercado es que vivimos? ¿La codicia, esa obsesión por el dinero que se vuelve enfermedad, se llevó el respeto por los valores y la amistad? Poner como condición cobrar o decir que cuánto hay para eso cuando llamaron del Ministerio de Cultura a los merengueros me resisto a creerlo y prefiero que esa información no sea cierta.

En su entierro me quedé mirando todo el entorno y fijé mi vista cuando bajaba el féretro del último adiós y escuché a mi amigo Joseíto Mateo decirme mientras se alejaba y se alojaba en su nueva casa: - Luis Medrano, gracias y dale las gracias a los que vinieron hasta aquí, pero debo de hacerte una pregunta fajador, como me llamaba él: - ¿Dónde están los muchachos que no veo ninguno aquí? Mis compañeros merengueros, ¿dónde están? Diles que me fui y extrañé que no vinieron a cantarme o decirme hasta luego, espero que no sea porque no había presupuesto. No dejes de decirle que los perdono y los quiero.

¡Casi me da un infarto en el cementerio! La pena me mataba.

Alcancé a ver sobre el verde intenso que cubría el féretro una rosa amarrilla en solitaria, la mandé a fotografiar y antes de irme mirando su última morada le dije: - Mateo eres y será siempre el Rey del Merengue.

Váyase en paz monumento del mejor talento de nuestra música nacional, hasta luego y esa rosa sola en el centro de tu tumba no es una casualidad, es una muestra de que fuiste un surco que embelleció y perfumó el merengue.

Los escenarios por donde pasaste se dieron el lujo de sentir una descarga de la expresión musical autóctona mejor cantada y bailada del continente.

Mateo allá nos veremos y te daré la respuesta de los muchachos si es que la tienen.

La excelencia de la calidad artística y humana está de luto mientras el cielo celebra que llegó el Negrito del Batey.

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