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CONCIERTO

Andrea Bocelli: al tenor de un buen canto en Punta Cana

Las dominicanas Nathalie Peña Comas y Cristal Marie comparten canciones con el cantante italiano ante un Hard Rock Hotel repleto de personas

Andrea Bocelli durante su presentación, el sábado, en Hard Rock Hotel Punta Cana.

Andrea Bocelli durante su presentación, el sábado, en Hard Rock Hotel Punta Cana.

A Punta Cana le tocó la noche del sábado un concierto de lujo. Su protagonista, Andrea Bocelli, se paseó de manera honesta por su repertorio que privilegió la ópera antes que el más popular, pero que mantuvo una conexión afortunada con las 4,200 personas presentes en el salón Fillmore del Hard Rock Hotel & Casino Punta Cana.

Esta vez contó con un séquito artístico ampliado sobre el escenario, incluyendo a tres extraordinarias cantantes, dos de ellas dominicanas, y una orquesta sinfónica compuesta por 69 músicos dirigidos por el inseparable Eugene Kohn.

La puertorriqueña Larisa Martínez y las dominicanas Nathalie Peña Comas (soprano) y Cristal Marie, junto a la Orquesta Filarmónica de Santo Domingo, fueron un ancla perfecto para marcar las entradas y salidas de Bocelli, además de impregnarle un encanto femenino de alto vuelo por la variedad y matices de sus voces.

Con Peña Comas cantó la intensa y dramática “O soave fanciulla” de la ópera “La bohemia”, de Giacomo Puccini. Y le cedió el escenario a ella sola para interpretar “De España vengo”, de “El niño judío”, zarzuela musicalizada por Pablo Luna y que se estrenó hace justo este mes 100 años en el Teatro Apolo de Madrid.

También a Cristal Marie la abrazó tras cantar juntos el popular “Vivo por ella” (ella en español, él en italiano), que en 1995 le abrió las puertas hispanas a Bocelli en el inolvidable dúo pop con la española Marta Sánchez.

Cristal Marie, además, realizó sola una magistral interpretación de “Derroche” (de Manuel Jiménez), la canción romántica dominicana mejor acogida en el mundo desde 1993, después de “Por amor”.

Un desliz de acordes entre la orquesta y el director en la primera interpretación de Larisa Martínez, que no llegó a la categoría de error, puso los ojos en esta extraordinaria soprano, aclamada por su voz cálida, su hermosura y su timbre distinguido para una caribeña que ha establecido una consistencia en la música clásica.

El programa de 24 piezas se dividió en dos partes que resumen sus facetas de cantante lírico y de pop, en un “croosover” no común y en el que en más de 20 años de carrera conquistó a millones de personas en varios continentes que sin su influjo no hubiesen apreciado la ópera italiana como lo hacen ahora.

El deslinde entre ópera y pop es tan marcado, pero en su caso particular la simbiosis entre esos géneros tan distintos la hacen cercana y amigable. Simplemente es un lujo estar en uno de sus conciertos y no importa el repertorio que escoja.

Sin embargo, hay que entender que su herencia musical viene de la fina tradición vocal italiana y que eso pesará a la hora de confeccionar su cancionero, como pasó en Punta Cana.

Seguro muchos de los presentes hubiesen preferido más temas populares y cantados en español, no en italiano, no de óperas.

De igual manera, el ángel artístico que posee, la pasión, la entrega y dulzura vocal de Bocelli hacen que esos deseos como latinos sean compensados y sin dudas que se disfruta el cancionero escogido.

Para la primera parte, con la solemnidad que caracteriza a la ópera, Bocelli se acomodó en el belcanto para rendirle homenaje a grandes clásicos italianos, sobre todo a Giuseppe Verdi y Giacomo Puccini.

La segunda parte, que generó evidentemente más algarabía del público, llegaron los temas conocidos como el formidable bolero “Bésame mucho” (de la mexicana Consuelo Velásquez, 1940), con un matiz vocal diáfano y sensible, o los cercanos al pop y a películas populares como la hermosa “María” de Bernstein para “West Side Story” y el “Be my love”, compuesto por Brodsky para Mario Lanza en la película “El brindis de Nueva Orleans”.

La selección final de temas hispanos motivó a más aplausos y emociones. Magistral se escuchó en su voz “O sole mio”, imperecedera canción napolitana de 1898, o la “Granada”, escrita por el mexicano Agustín Lara en 1932 para viajar en todos los tiempos y continentes.

Al despedirse queda lo impecable de un concierto inspiracional y junto a la calidad de su propuesta la calidez de su ser que lo hacen el tenor más amado por estos lados.

La producción fue del empresario dominicano Saymon Dìaz, quien también fue el responsable de presentarlo la noche del jueves en Costa Rica, de donde lo trasladó en avión privado hasta Punta Cana.