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Un punto de vista

“La vida es un sueño” y es teatro

“La vida es sueño”, del autor español Pedro Calderón de la Barca, y resolución de puesta en escena y versión adaptada por Claudio Rivera, hizo que el teatro cuestione y genere su aguda inflexión en la vida. El asunto de la muerte conjugada con la esperanza, la conjunción de solidaridad ante lo ominoso existencial, se tradujo en un mensaje lleno de optimismo.

La traducción de ello fue ver como se abre una distinta puerta para enfocar otro entender sobre lo que debe ser o no, el placer evasivo que, por lo general signa a esta clase de piezas clásicas.

Lo dramatúrgico como la concreción de todos los elementos formales de la puesta en escena se hilaron abiertamente sin signos superfluos o maniqueos y menos aún, de atizonarlo de un melodramatismo funcional. Sobriedad en todos los elementos que conformaron este trabajo, apego artístico para decir lo que debía decir y una justeza estética en cada una de las partes dieron ese sí que uno aspira hallar en este tipo de búsqueda sin miedo a arriesgarse o a equivocarse.

Me refiero al tratamiento del tema, la formulación del argumento, el perfilamiento de los personajes, el trabajo artístico de diseño y realización, la idea musical, (creada y originada por los mismos interpretes escénicos) el trabajo actoral en su conjunto, la visual (aporta una riqueza que nos muestran la cultura popular con iconos emblemáticos del carnaval dominicano: Guloya, Roba la Gallina y la máscara del Diablo Cojuelo).

“La vida es sueño” fue una propuesta reveladora en fondo y forma, contundente en su eficacia artística y plena de aspectos de mensajes que captaron la atención del público, en buena hora para celebrar 27 años más del Teatro Guloya en Santo Domingo.

El resultado histriónico dado por Claudio Rivera, Ramón Candelario, Viena González y Noel Ventura, son ellos las verdaderas almas del montaje. Lo visto augura una energía teatral significativa con una resolución espacial concreta, la búsqueda de una conexión con el espectador y la articulación de un todo significante, hicieron que esta propuesta estuviese orientada en romper con las convenciones y clichés que, por lo general atrofian a buena parte de lo que se muestra como trabajos para todo público.

En fin, lo que pude ver, me sedujo, me abrió preguntas e inquietudes. Salí, con una invitación al teatro que, genera gozo estético y placer artístico, se agradece el riesgo, pero también hubiese agradecido que el texto estuviera al favor de la puesta y no en función del público, y así quizás el director podría haber hecho una adaptación del texto en función a los tiempos, y, a las necesidades del espectador actual.

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