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La Casa de la Tercera Edad: Más que asilo, lugar de convivencia

No se trata de un asilo de ancianos, sino de un centro en el que las personas de mayores vivencias, como las llaman, pueden compartir y divertirse de lunes a viernes, durante ocho horas.

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Ricardo Santana y Juana CabreraSalcedo, Hermanas Mirabal

Hay provincias pequeñas en población, pero grandes en particulares ideas. Porciones del país que se distinguen, no solo por lo que proponen, sino por lo que llevan a la realidad y en beneficio de los demás; como la provincia Hermanas Mirabal, con la Casa de la Tercera Edad.

Un espacio que juega un papel preponderante a favor de sectores vulnerables de la provincia y localidades vecinas.

En compañía Debido al aumento en la cantidad de personas mayores y al observar que muchas de esas no están jubiladas, que algunas viven solas, porque no tuvieron hijos o los tuvieron y por diferentes motivos se mudaron a otras ciudades; Luciano Bertozzo, director ejecutivo del referido centro, explica que, en gran medida, fue lo que motivó a que hoy exista.

“Decidimos crear este centro de la tercera edad, para que esas personas puedan salir de sus casas y disipar su mente; es abierto para todos, no solo para personas de limitados recursos, es para todo el que quiera”, indica Bertozzo.

Llegan por voluntad propia Las personas llegan voluntariamente. Allí juegan, se divierten, declaman décimas, se les suministra alimentos y atenciones de salud gratuitas, expone.

Lo importante, manifiesta Bertozzo, es aprovechar las experiencias de ellos y ayudarlos a que se sientan útiles, sin importar su edad.

Más que un asilo Para José Aníbal García, presidente del Consejo de Directores de la Oficina Técnica Provincial de la provincia, este centro dista mucho de lo que es un asilo, porque es un lugar donde fomentan la cultura y la convivencia comunitaria.

Agrega que el objetivo consiste en ofrecer oportunidades a esas personas para que compartan en un ambiente prácticamente familiar, sin presiones de permanencia ni limitaciones.

“Nuestro centro no se parece en nada a un asilo de ancianos”, insistió García.

Actividades que realizan Gladys Henríquez, profesora de alfabetización de la Casa, resaltó que algunos de ellos no sabían leer ni escribir, pero que los han alfabetizado.

Sobre las mujeres de edad avanzada, indica que acuden al centro, se entretienen con manualidades y otras actividades propias del lugar.

Muchos practican juegos que eran comunes en su época de niños, como bellugas, las escondidas, parché, ajedrez, leen los periódicos, entre otros.

“No me llames viejo” “En las calles nos ven y nos llaman viejos y viejas, al contrario, somos los jóvenes del pasado y de la generación actual, porque tenemos todas las experiencias de la vida”, manifestó José Aquino (Cheché).

“Cheché”, a sus 89 años de edad vive solo en su casa, pero de 8:00 a.m. a 4:00 p.m. acude a la Casa de la Tercera Edad y cuenta que allí se divierte y que deleita a las demás y al personal que labora en ese centro, declamando décimas amor y referente a la política partidista.

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