Si nos dejan algo

El suelo patrio hala y emociona. Podemos recorrer lugares de ensueño pero al pisar el aeropuerto criollo sentimos que el alma acampó en el puerto amado. Es una sensación intangible y especial. Llegar a casa agita el pecho, acelera el corazón.

Emigrar a una patria ajena, por razones económicas, por obligación familiar, las que sean, demanda altas dosis de valentía. Los hermanos que residen fuera extrañan con todas las venas el calorcito caribeño y el concón con habichuelas. Es un reto salir adelante con tanta nostalgia a cuestas.

Por eso, Frank y Rox, una pareja de amigos dominicanos, empacaban con tristeza. Debían regresar a su vida en Norteamérica, a los horarios disímiles, al trabajo fuerte y honesto para recibir una escasa recompensa.

Ambos añoran regresar al puerto natal que dejaron por razones familiares. Se marcharon hace poco preparando el regreso. Ellos aspiran a volver y disfrutar de su tierra, si los políticos ®nos dejan algo®, como le escuché decir a Frank. Ellos y muchísimos otros, padecen en la propia piel la alta dimensión de hurtos que quedan sin castigo en la Patria recostada en el mismo trayecto del sol.

La corrupción dominicana tiene resonancia internacional. Por casos que el mínimo servidor público renuncia en otro país, aquí el funcionario se mofa y justifica

¨Si nos dejan algo®, Rox y Frank, al igual que otras familias en su misma situación, podrían regresar a disfrutar el fruto de años de trabajo. A lo mismo también aspiramos los que aquí residimos. Claro está, si los políticos ®nos dejan algo¨.