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Grisbel Medina R.Santo Domingo

No poseer acta de nacimiento es ser un muerto en vida en una sociedad. No asistir a la escuela y no recibir alimentación adecuada, son maneras de morir poco a poco. Eso ocurre con un alto porcentaje de los niños y las niñas en República Dominicana. Según el estudio “Deuda con la Niñez”, que recoge el Informe sobre la Niñez en el Mundo 2017, de la fundación ‘Save the Children’, el 14% de nuestros niños no asisten a la escuela. Muy grave.

Con razón, al reseñar los resultados del estudio, LISTIN DIARIO tituló: “RD entre los peores países para lograr ser niño o niña”. Para sustentar los resultados, fueron analizadas las amenazas por mortalidad en menores de cinco años, la malnutrición, no escolaridad, trabajo infantil, matrimonio precoz, parto de adolescentes, desplazamientos debido a conflictos, y homicidios. Esos peligros evaluados, son el conjunto de riesgos que imposibilitan a los niños y niñas recrearse y disfrutar de la infancia.

Si a eso le sumamos las agresiones sexuales y asesinatos posteriores a violaciones, pasaríamos a engrosar una estadística de espanto. “Seis niños son agredidos sexualmente cada día en República Dominicana”, es el título del reportaje de Juan Eduardo Thomas, para LISTIN DIARIO, donde se amplía la situación y se explica que, muchas de las agresiones no llegan a la justicia motivados por la vergüenza.

Fernelis Carrión Saviñón, joven de 16 años asesinado por el sacerdote Elvin Taveras, regresa los capítulos de abusos cometidos por sacerdotes (administradores de fe) contra niños, niñas y adolescentes que, lamentablemente, se han registrado en el país y suman miles de víctimas en el mundo por esta causa. Para acercarse a ellos, Taveras, hoy con el peso de 12 meses como medida de coerción, ofrecía dulces a los niños, según las madres del vecindario. Comportamiento típico de un agresor.

Lo mismo ocurría con el padre polaco, Alberto Gil, en Juncalito y los pesitos que ofrecía el fallecido nuncio, Józef Weso?owski, en sus cacerías de niños pobres en Santo Domingo. El reto es grande: hacer que RD no sea un país peligroso para la niñez. Y especialmente cuidarles, pues, sin dudas, los agresores están muy cerca de sus víctimas.

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