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Salud

Un paciente especial

El acompañamiento en el proceso de enfermedad es una pieza clave.

“Eso nunca me pasará a mí” es lo que muchos piensan ante las diferentes situaciones que se presentan. Pero lamentablemente eso no es cierto, la vida es un círculo en el que todos nos vemos envueltos. Y así lo entendió Joaquín Pérez (nombre ficticio)

Hace cuatro años le diagnósticaron cáncer. Desde ese momento su vida cambió. Nada de lo que había hecho hasta el momento, ni de lo que conocía podía ayudarle. Ni el cúmulo de experiencias adquiridas en sus sesenta años de vida podía servirle como referencia.

Mantenerse fuerte por su familia, era vital para él. Pero su interior era un manojo de nervios mezclado con incertidumbre y miles de preguntas, empezando con “¿Por qué a mí?”

Entre los muchos aspectos que variaron de su día a día, el tratamiento al que iba a someterse fue el más importante. De eso dependía su vida por el momento, y él lo sabía.

Tras la confirmación por parte del especialista de la existencia de un tumor maligno, Joaquín salió apabullado por todas las informaciones y pautas que debía seguir, seguramente ni entendió lo que el médico le dijo. En ese instante comenzó su dura trayectoria como paciente oncológico.

Este tipo de paciente es especial. Al igual que cualquier otro enfermo, lo único que desea es curarse y marcharse a su casa dejando atrás las camillas y los sueros que le atan a la habitación de un hospital. Pero Joaquín y los demás pacientes de su condición, tienen unas necesidades distintas a las de otros enfermos. Su tratamiento va a ser muy prolongado en el tiempo, una media de 3 años.

Le cambió el estado físico y de ánimo, por la severidad del tratamiento, y por eso a veces quiere arrojar la toalla y rendirse. Si el desánimo se apodera por completo de él, su vida corre gran peligro. El paciente oncológico necesita un entorno favorable, lleno de esperanza y comprensión, sobre todo por parte de su familia.

Por estas circunstancias los centros oncológicos han de contar con instalaciones adecuadas y con un equipo especialmente sensibilizado para poder ofrecer los tratamientos. Esa es la teoría.

“Juanco” se atiende en el Centro de Cáncer HOMS, donde una supervisora, cinco enfermeras y tres auxiliares son las encargadas de recibir, atender y pautar el tratamiento que le ha indicado su médico.

Existen muchas herramientas para enfrentarse a las enfermedades oncológicas y las enfermeras tienen la función de volver a informar de una manera más serena todo lo que va a ocurrir, la quimioterapia y los posibles efectos secundarios. Es muy importante para los pacientes sentirse seguros e informados sobre cada etapa.

Pero lo más interesante es poder redescubrir los aspectos de humanización en el tratamiento, dentro de una burocracia entre prestadores y aseguradoras, cada vez más compleja.

(+) CARGA MÁS LLEVADERA

EQUIPO: El trato cercano y cariñoso del grupo de enfermeras es básico, frente al realismo categórico de los médicos, esto le convierte en uno de los pilares para el buen funcionamiento del centro. No sería posible de otra forma, trabajar en ese entorno hace amar la vida de una manera especial, entendiendo que cada segundo cuenta y que la felicidad no es un destino sino un camino que se forma día a día con cada experiencia vivida.

Motivo. Ser más humanos hace apreciar más a las personas del entorno, pero saber que esos pacientes llevan una carga más pesada, y aun así sonríen, es ejemplo para agradecer por la vida.

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