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Cibaeños en La Gran Manzana

Los cibaeños le sumamos tesón, trabajo entusiasta, nuestra sabrosura, entrega, y dedicación a lo que hacemos”.

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Dalma Núñez Román / Especial para El NorteNew York

El dominicano se conoce por su carisma, alegría, amabilidad, sabor y acento. Se identifica por su entrega y dedicación, por su capacidad de trabajo, su tesón y esmero para lograr sus metas. Lejos de las playas, los cibaeños contagian y le imprimen un toque de su esencia a lo que hacen. Cuando se encuentran con uno de los suyos, la hermandad los hace más fuertes.

La diáspora dominicana se empodera cada día más, ocupando cargos importantes en el sector público y privado de La Gran Manzana. Con su labor aportan al crecimiento económico y desarrollo de la urbe que no duerme.

Las estadísticas ofrecidas en el estudio de La Diáspora Dominicana en New York realizado por la investigadora Fénix Ni caury Arias, muestran que un 15.4 por ciento de dominicanos ocupan puestos importantes en la producción, los servicios, administración de negocios, las artes y la ciencia.

“La mayoría de los dominicanos están concentrados en el comercio, los servicios y sobre todo en bodegas, multi service y supermercados”, afirma José Tomás Paulino, relacionista público del Consulado Dominicano en la ciudad de New York. Agrega que a las ocupaciones que ejercen los cibaeños, hay que resaltar la de “home Attended” y la especialidad en enfermería.

En un recorrido se buscó a los cibaeños que se han “comido un pedazo de La Gran Manzana”.

Las historias compartidas sólo son una muestra que representa a los miles de dominicanos de la región del cibao, que dejan huellas en español y en inglés de aquel lado de la frontera.

“De’i Cibao y con orgullo” La sonrisa y amabilidad de Antonia dan la bienvenida a un comercio ubicado en la St. Nicholas, mientras van atendiendo los clientes, no paran y responden con dulzura las preguntas.

Ha trabajado en factorías, atendiendo ancianitos, en tiendas; con 23 años en la Gran Manzana señala que: “ Se trabaja lo que sea. Siempre que sea honesto se hace”. Sus compañeras de trabajo, Ramonita Díaz y Lily de la Cruz, son de Sabana Iglesia y La Vega, respectivamente, ambas movidas por el “sueño americano”, comparten un sentimiento común, extrañan su país.

“Este es un país de muchas oportunidades pero ‘mija’, las oportunidades mías ya pasaron, ahora lo que quiero es que Dios me ayude a irme para mi país”, expresa con añoranza doña Rosario Pérez. Ella sigue laboriosa, quizás igual al primer día que piso suelo de “La ciudad que nunca duerme”, hace ya 3 décadas.

LOS HAY DOCTORES Y PROFESORES Con un “sexapeel” originario de una combinación de genes caribeños y suramericanos, Xavier Selah, no oculta su vena dominicana, muy al contrario, la pone en alto cuando dice sin modestia alguna que “Ser dominicano es un orgullo”. El joven doctor fisioterapeuta, extraña su tierra, “Tengo necesidad de mi isla, de mi Cibao”, afirma. Sus raíces provienen de Bonao, el país es segundo hogar y el escape de la realidad diaria que se vive en los Estado Unidos.

“Tenemos muchos maestros y maestras dominicanos, y muchos originarios del Cibao”, indicó Paulino. Uno de esos casos es el de Johanny García, lo trajeron a Nueva York a los 13 años, sin fecha de regreso a la Patria chica. El tiempo ha pasado desde aquel entonces, y se convirtió en director de Careers in Sports High School en el Bronx. Pero lo que no ha pasado es el apego a su ciudad de origen, Santiago. El profesional y padre de 3 niñas, desearía tener en USA el sentir comunitario de la república que lo vio nacer y quisiera que dominicana proporcionara las oportunidades “de echar pa’lante”, que brinda la potencia que lo acogió como ciudadano.

Los cibaeños le dan sabor a New York Su gorra de las Águilas Cibaeñas, lo decía todo, este sí que era cibaeño. Ramón Morel, tiene 28 años en Nueva York, 24 de ellos vendiendo “frío, frío”, en una de las esquinas del alto Manhattan.

“La actividad productiva del cibaeño y de la comunidad dominicana en New York es muy variada”, expone José Tómas Paulino. Puntualiza con énfasis que el sector más poblado y el de mayor dinamismo es el comercio.

Marcia y Jeny Liranzo, son hermanas empresarias, procedentes de San Francisco de Macorís. Tienen su salón de belleza en el Bronx. Al igual que ellas, los hombres dominicanos son expertos en peluquería, estos negocios se mantienen abiertos hasta altas horas de la madrugada.

¡Hey Taxi! Una mañana fría en La Gran Manzana, llovía y el rumbo era New Jersey. El calor se sintió al entrar a la guagua, su efusivo saludo delataba su origen, quien conducía era una dominicana de Navarrete, que hacía más de 2 décadas que estaba allí. Lo había dicho Paulino, relacionista público del Consulado, que “La presencia de las mujeres dominicanas es notoria en el transporte de NYC”.

Según los datos ofrecidos por el Consulado Dominicano en la ciudad de Nueva York, los cibaeños también tienen destacada presencia en el área de la comunicación, el transporte, el American Trucking Associations (ATA). Son choferes y muchos taxistas. Las cifras se ven fundamentadas con la realidad.

Raysi de la Rosa, empezó como bodeguero 17 años atrás. Se adaptó a los Estados Unidos, aunque admite que es difícil cuando la familia está lejos. Otra historia es la de Oscar Fernández, ingeniero agrónomo que trabajaba en la empresa León Jimenez, quien tomó un vuelo con destino a NYC, actualmente es su propio jefe en “La Capital del Mundo” y le es rentable.

De Moca para el mundo “El que no llega a comer habichuela no vino a NYC”. Doña Nena, tiene 25 años en New York, junto a su familia han logrado hacer famoso el puesto de las habichuelas con dulces. Ella nunca pensó que el negocio que empezó con dos libras de habichuelas diarias, aumentaría a 200 libras por día. Y es así como la familia se ha ganado la vida.

Españoles, boricuas, mexicanos, argentinos, y personas de otras nacionalidades hacen su parada obligatoria. Después que prueban, les gusta, repiten y vuelven”, así crece la clientela. Al menú se agrega el arroz con leche, el trigo, majarete y el maíz caquiao.

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