Sigue el luto en la vía

Hay situaciones muy engorrosas a lo interno de nuestros hospitales y centros sanitarios de bolsillo privado. Hay dolor esparcido en la impotencia de pasillos y Emergencias. Pero también existe un lugar que arroja cadáveres cual si fuesen flores marchitas en primavera. Se trata de las vías dominicanas. No hay que coger pista para atestiguar accidentes de tránsito. En las rutas normales de cada quien afloran los casos de irrespetos, violaciones a la ley y difíciles situaciones protagonizadas por conductores irresponsables que dan al traste con colisiones y tragedias.

Las recientes tumbas cavadas en la vía fueron en la carretera Sánchez-Nagua, donde 18 personas fallecieron y muchas otras luchan ante lo delicado de su estado por la gravedad del accidente. El año pasado, 13 personas -la mayoría de Las Terrenas- fallecieron en un accidente que dejó incapacitada a tantas otras. El dolor y las familias partidas cada año compiten con las luctuosas estadísticas del cáncer y los célebres “intercambios de disparos”, o la manera en que la policía disfraza asesinatos selectivos. En la mayoría de los casos los conductores invaden carril contrario, el choque es de frente, se transita sin casco, se obvia el cinturón de seguridad. En el suceso reciente en Sánchez, las víctimas regresaban de un culto montadas en un camión Daihatsu (¡Imagínese!) el cual chocó de frente a un imprudente conductor de camión. Los cinco años con que, tal vez, penalicen al chofer Ronal Liriano en nada enmienda el eterno sufrimiento por las pérdidas humanas.

Las estadísticas de muertes registradas en las vías dominicanas deben formar parte de las alarmas nacionales. Conducir no es un relajo ni un pase a volar al estilo Superman. Tener al frente un volante es una responsabilidad suprema. Sé que el Estado debe asumir su responsabilidad, pero a nivel privado, qué tal si las agencias de vehículos aparte de vender carrocería en famosas ferias, elevan mensajes de respeto a la ley y comedimiento en las vías y ¿qué hay del proceder individual, de su responsabilidad, de la mía? Cada quien está en el deber de apoderarse de su cuota de compromiso. Así, en conjunto, disminuiremos la posibilidad de sembrar una nueva tumba en los caminos de Dios.