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Vladimir, atípico también como “hombre de negocios”

Se inició con una fábrica de blocks que él mismo ayudaba a cargar

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Freddy TapiaDon Gregorio, Nizao

De una manera tan singular como lo fue el pelotero y se maneja el millonario ciudadano que a veces camina en el pueblo con su chancleta Samurai, se inició Vladimir Guerrero en el campo de los negocios.

Luego de abrirse paso y ganarse un puesto como jardinero derecho con los Expos de Montreal en 1997, año en que promedió .302, con once cuadrangulares y 40 impulsadas en 90 juegos, Vladimir explotó en el ¥98 con registro de .324-38-109.

Como una manera de reproducir los panes, con parte de los 150 mil dólares que nominalmente devengó en el ¥97 y de los 230 mil del año siguiente, incursionó de inmediato el mundo de los negocios.

La fábrica de blocks “Hermanos Guerrero” fue el primero de una carpeta de pequeñas empresas, medianas y pequeñas, que tiene Vladi hoy en Don Gregorio y Nizao.

“Yo recuerdo que cuando terminó la temporada del 98, él mismo se ponía a cargar los blocks y a llenar los camiones cuando venía”, relata Eleazar Guerrero, el hermano mayor de “La Tormenta de Don Gregorio”, quien está al frente del emporio.

“Nosotros sabemos de donde Dios nos ha traído. No hay complejos”, declara Eleazar como manera de explicar la inusual postura de un jugador que acaba de establecerse como un estelar en las Grandes Ligas y que tras su primera campaña completa en la que consumió 623 turnos en 159 juegos, se suponía que venía a descansar.

Otros negocios Como en esta comunidad faltaba de todo --menos gente sencilla, humilde, pescados y un buen río para darse un chapuzón-- abrieron un minimarket, que al igual que otros que vendrían llevan el nombre del primero porque no hay un culto a la personalidad.

También tienen tres naves para la crianza de pollos y guineas. Hay otros tantos estanques para la producción de peces, así como tienda, gimnasio, restaurant y muchas tareas de tierra dedicadas a la producción agrícola.

“Como nos gusta la siembra, sembramos zandía, tomate, chinola, mango”, revela el padre de Gabriel Guerrero, el jardinero de las Estrellas.

Exceptuando la tienda donde se expenden ropas de vestir, está al frente de todos los negocios porque Vladimir nunca se ha puesto el traje de empresario.

Los negocios marchan bien, pero no siempre porque la naturaleza no solo suspende partidos de béisbol y otros deportes que se juegan a cielo abierto.

“Las lluvias de estos días nos ha echado a perder 80 tareas de zandía que teníamos sembradas”, lamenta el mayor de los cinco hijos de Altagracia Paulino.

Eleazar no precisa el número de empleados fijos y “por igualas” que se ganan la vida en las empresas creadas por “Mikea”, el bíblico apodo que su madre Altagracia le puso a un niño que con el tiempo ha terminado dinamizando la economía de aquí.

“Semanalmente, los pagos a los empleados no fijos rondan los cien mil pesos”, informa. “Al grupo de trabajadores fijos todos los meses pagamos entre 300 mil y 400 mil pesos”.

Glennis, la única hembra de la familia, da la cara a potenciales clientes en la tienda a pesar de que es la administradora y tiene asegurado el presente y el futuro de ella y sus tres hijas.

“A nosotros nos enseñaron a trabajar desde pequeños”, aclara sentada en una silla plástica con la humildad de fábrica que acompaña a los Guerrero-Albino.

Esperan su conversión Tras triunfar en el béisbol, así como hijo, hermano, padre y ciudadano, todos en la familia aguardan para que se convierta en cristiano pentecostés.

Su madre y el padrastro Damián, así como Eleazar, Wilton y Glennis son cristianos militantes.

“Mi hermano tiene todo lo bueno. Lo único que le falta es venir a los caminos de Dios”, declara Eleazar, quien da por seguro que el ex jardinero de lso Expos de Montreal, los Serafines de Aneheim, Vigilantes de Texas y Orioles de Baltimore terminará dando el paso.

“La biblia dice que para tener fe hay que tener obra y la obra él la tiene. Eso es seguro. Eso es seguro. Vladimir no muere sin ser cristiano”, enfatiza.

“¥Mikea es mi hijo y desde que me lo senté aquí (en sus piernas) lo puse en las manos del Señor. Él no puede permitir que vaya a morir fuera de su camino”, subraya Altragracia.

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