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SALÓN DE LA FAMA

El panorama luce prometedor para boricua Edgar Martínez

El puertorriqueño ha estado en la boleta para Cooperstown durante 8 años

Edgar Martínez fue todo un maestro en la caja de bateo.

Edgar Martínez fue todo un maestro en la caja de bateo.

El panameño Mariano Rivera no lo podía retirar. Yo no creo que una carrera tan increíble como la del puertorriqueño Edgar Martínez pueda resumirse en sólo siete palabras, pero esas siete hacen un muy buen trabajo a la hora de contar su historia.

Martínez ha estado en la boleta del Salón de la Fama por ocho años y sólo recientemente empezó a subir en la votación. Este año también ha seguido mejorando, así que la situación luce bien para que entre este año o el próximo. No es algo seguro. Pero el panorama es prometedor.

Creo que aquel impulso ha sido creado en parte porque la gente ha empezado a ver a Martínez. A verlo de verdad. Es decir, finalmente lo están apreciando no como un buen bateador, o como un gran bateador, sino como un genio del bateo.

Hay números que lo demuestran. Durante la época de la bola muerta y hasta los años previos a la Segunda Guerra Mundial, no era una rareza ver a un pelotero retirarse con el .312 de promedio de bateo y .418 de promedio de embasarse con el que se retiró Martínez. Ruth lo hizo, Cobb lo hizo, Hornsby lo hizo, Gehrig lo hizo. Después de la guerra, sin embargo, a medida que los pitchers y los defensores fueron mejorando, y los bullpens teniendo un papel cada vez más importante, ese tipo de números comenzaron a desaparecer de las listas históricas.

En las cinco décadas antes de la llegada de Martínez a las Grandes Ligas sólo Ted Williams tuvo un promedio de bateo y un promedio de embasarse como el que terminaría colocando Edgar en su carrera.

Y en los años que siguieron al retiro de Martínez, sólo Joey Votto ha juntado esos promedios en su carrera.

Martínez pasó toda su vida buscando la perfección con el madero. Mi historia favorita sobre Edgar Martínez es una que cuenta su primo y también pelotero de Grandes Ligas, Carmelo Martínez. Carmelo dice que una vez vio a Edgar parado al lado de la casa de su abuela con el bate en el hombro y viendo hacia el techo. Carmelo había visto a su primo batear cualquier cosa -metras, chapitas de botella, latas, tierra, lo que fuese que pudiese encontrar por allí. Pero esto era diferente.

Edgar siguió mirando al techo, como buscando algo, y finalmente se puso en posición de batear. Entonces, Carmelo observó algo impresionante. Vio caer una gota de agua. Y miró a Edgar estudiarla, y luego soltar su swing para batear aquella gota y esparcir el agua por todas partes.

A pesar de aquel talento, a Martínez le tomó tiempo establecerse en las Grandes Ligas. Pero una vez que lo logró, todo el mundo entendió su maestría en la caja de bateo. En 1992, lideró a la Liga Americana en promedio (.343) y dobles (46). En 1995 bateó .356 y se convirtió en el primer bateador derecho en ganar múltiples coronas de bateo de la Liga Americana desde Joe DiMaggio.

En seis temporadas entre 1995 y 2000, su peor promedio fue .322, su peor promedio de embasarse fue .423 y su peor slugging fue .554.

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