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MUJERES DE GRANDES LIGAS

“HASTA TANTO...”

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

EJERCICIO Y BIENESTAR: Para muchos jugar un deporte es una dicha. Según el diccionario la dicha es el “estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno”. Practicar un deporte produce ese sentimiento de dicha, pues las hormonas dopamina, serotonina y endorfina se activan en el organismo, provocando una sensación de bienestar, tranquilidad y placer tras el ejercicio ejecutado.

Muchos desarrollan un excelente hábito de ejercitarse precisamente porque experimentan la dicha del ejercicio, pero ¿qué sucede cuando en la medida que va pasando el tiempo y los años ya no funciona ese mecanismo? ¿Qué sucede cuando arropados por las crisis, responsabilidades, juegos trancados y situaciones difíciles la mente impide que las hormonas se activen?

Los seres humanos somos criaturas de hábito, hasta tanto no nos topemos con algo. Ese algo puede ser el despido de un trabajo, el diagnóstico de una enfermedad, la separación de un cónyuge o la muerte de un familiar. Ese algo tiende a desequilibrar, descontrolar al más disciplinado de los atletas, y propiciar cambios que no se estaban esperando.

¿MENTE SANA?: Aunque el cuerpo responde favorablemente a ser ejercitado, no es lo mismo hasta tanto es sacudido por una situación donde no se tiene control. El ejercicio físico puede equilibrar, amortiguar, disipar las cargas mentales y emocionales momentáneamente, pero hasta tanto no se ejerciten otras áreas esto no será suficiente.

El italiano Décimo Junio escribió el conocido refrán “Mente sana en cuerpo sano” lo cual es una gran verdad. Pero pensar que la dicha de la vida está sujeta a una buena disciplina deportiva, a la adicción de trabajar un cuerpo escultural, al rendimiento en la cancha o el terreno o al simple hecho de alcanzar una meta personal, es una mentira.

Atletas que ejercitan la halterofilia son regularmente victimas de depresión y cambios de humor; boxeadores con grandes galardones comúnmente están sumidos en dependencia de fármacos y hasta alcohol; jugadores de fútbol americano lidean con cuadros de histeria y esquizofrenia; peloteros batallan con áreas de falta de identidad y descontrol. Todos estos atletas practican ardua y diariamente, algunos sin contemplación, sin embargo la dicha de un cuerpo ejercitado no garantiza una vida de plenitud y satisfacción.

HASTA TANTO: Hasta tanto no conectemos con quien somos más que con lo que hacemos nuestros músculos internos serán débiles y anémicos. Hasta tanto desistamos de llenar el vacío interior con la creación, siempre estaremos buscando ese “algo”. Hasta tanto no entendamos que somos más de lo que privamos, seguiremos tratando de impresionar y buscar la aprobación de los demás. Hasta tanto continuemos tratando de llenar el hambre y sed interna con cosas que logramos en nuestras fuerzas, seguiremos avanzando pero siempre en el mismo lugar.

Ejercitarnos para la vida no es lo mismo que ejercitarnos para jugar un deporte recreacional o profesional. La vida puede lanzarnos pitcheos duros, pegados, difíciles de batear y aunque tengamos la fuerza hay lanzamientos que no podremos tocar. No importa lo fuerte, fit, musculoso, pomposa o muñecosa que nos veamos por fuera...hasta tanto no trabajemos en nuestro hombre interior, el chasis no podrá aguantar los choques de la vida que reciba la carrocería.

“...Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.”

1 Timoteo 4:7-8

Hasta la próxima

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